De los últimos días de la coyuntura política destaco dos hechos de relevancia: la revocación, por parte del Tribunal Electoral, del acuerdo del INE sobre las conferencias presidenciales matutinas y el “Ya Chole” de López Obrador sobre la candidatura de Morena a la gubernatura de Guerrero.
Primero. Una vez más, los magistrados que, en bloque, suelen tomar por mayoría las decisiones en la Sala Superior del TEPJF, se mostraron obsequiosos. Recuérdense —por poner sólo dos casos— el manejo de recursos de los damnificados por el terremoto de 2017 o la decisión sobre a qué organizaciones otorgar registro como partidos políticos nacionales para el proceso electoral en curso.
La historia en breve: ante diversas quejas planteadas por la oposición que acusa intromisión del Presidente en el proceso electoral con sus declaraciones en las conferencias “mañaneras”, violando, según señalan, la neutralidad a la que obliga a los servidores públicos el artículo 134 constitucional, el Tribunal ordenó al INE que emitiera un criterio general sobre lo que sí podían y no podían hacer los servidores públicos para cumplir con esa disposición. Recibido tal mandato, con total institucionalidad, el INE acató lo dispuesto por el Tribunal.
Pero ese nuevo acuerdo del INE tampoco gustó, por lo que fue nuevamente recurrido. Y en esta nueva ocasión los magistrados encontraron apenas unas esquinas diminutas para tratar de sostener jurídicamente lo reclamado. Y para más inri, en vez de resolverlo en sesión pública, ¡se les ocurrió hacerlo en privado! Honor a quien honor merece: la magistrada Janine Otálora y el magistrado Reyes Rodríguez hicieron público su voto en contra de esa resolución y sus muy atinentes argumentos. En fin, nubarrones en el panorama, con ese tribunal funcionando así, ante las elecciones de junio.
El silencio. El “ya chole” se suma a las acciones y omisiones de diversas agendas de mujeres que han topado con pared. Entre las que se han denunciado están el cierre o falta de apoyos a estancias infantiles y albergues, la desaparición de fideicomisos, diversas represiones policiales, el permanente desdén a reclamos, la falta de voluntad para apoyar el aborto libre, gratuito y seguro, y un desgano generalizado en instrumentos y políticas públicas para atender las violencias de género y para erradicar la más grave de ellas: el feminicidio.
No son nada nuevos los señalamientos que penden sobre quien busca ser gobernador de Guerrero. Sin embargo, se vuelve a mostrar nula empatía ante las causas de las mujeres. Así, pues, megáfono para incidir en la contienda electoral e incomprensión ante las protestas de sus opositoras.