Este pasado 28 de septiembre fue el día de la acción global por el acceso a las mujeres a un aborto legal y seguro, cuya intención es exigir a los gobiernos el acceso a éste como un derecho, sin ser criminalizadas ni que su vida esté en riesgo, ya que millones de mujeres en el mundo siguen muriendo por practicarse abortos inseguros.
Hablar de aborto en México y en cualquier parte del mundo es controversial: se cruza con creencias religiosas, con perspectivas de lo que es moral y con los derechos de las mujeres. Lo cierto es que por lo menos ya en varias entidades de la república mexicana se reconoce el derecho de las mujeres a decidir si interrumpen lo que en su cuerpo se gesta, más allá de la forma en cómo se embarazó.
En nuestro país existen diferentes motivos por los cuales una mujer puede abortar. Las causales de la interrupción legal del embarazo son: violación, peligro de muerte, imprudencial culposo, inseminación no consentida, afectación de la salud, alteraciones genéticas, razones económicas y voluntad. Interrumpir el embarazo por violación está permitido en los 32 estados; sin embargo, por voluntad sólo se reconoce en la Ciudad de México y en Oaxaca. Por otro lado, en Campeche y en Querétaro no se le permite a una mujer interrumpir su embarazo si su vida está en peligro; es decir, tendrá que morir o será llevada a prisión.
La interrupción legal del embarazo, conocida también como ILE, busca que ninguna mujer sea llevada a prisión y criminalizada por su decisión. Es decir, que no sea juzgada y sentenciada por ejercer uno de los derechos más importantes que tenemos las personas, que es qué hacer con nuestro cuerpo. Otro de los objetivos de la interrupción del embarazo es que sea seguro y hay que entenderlo también como un tema de salud.
Hoy, en las clínicas y hospitales, tanto privados como del Estado, en los que está permitido el procedimiento, no se usan los métodos que han formado parte de los mitos del aborto, sino que se administran medicamentos.
En la CDMX, por ejemplo, el servicio es proporcionado a cualquier mujer que lo requiera voluntariamente mientras su embarazo sea menor a las 12 semanas de gestación. Pero, desafortunadamente, hoy en día muchas mujeres en México y en el mundo tienen que recurrir a clínicas clandestinas. Quienes vieron la
película El crimen del padre Amaro recordarán la escena de cómo ella es llevada a una de estas “clínicas” y muere de forma terrible. Por desgracia el aborto inseguro continúa siendo una realidad, ya que, aunque cuenten con los servicios y el reconocimiento del derecho a la interrupción, éste muchas veces no está garantizado, pues se topan con que el personal médico de algunos hospitales y centros de salud les niega el servicio, orillándolas a métodos clandestinos, convirtiéndose en la cuarta causa de muerte materna en el país.
El derecho a la interrupción del embarazo es una decisión personalísima de cada mujer y así como nadie puede obligarla a que se lo practique, tampoco nadie puede obligarla a que no lo haga.