El control silencioso

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Uno de los grandes retos para al menos atemperar la inseguridad es recuperar buena parte de los territorios que están en manos de la delincuencia organizada, como bien apunta Eduardo Guerrero.

El avance que han venido teniendo los cárteles no solamente se circunscribe a las rutas del trasiego de droga, sino muy en particular el control que tienen sobre las comunidades en las que se han ido asentando, lo que le sirve para utilizarlas como uno de sus ejes de acción.

El dominio que han venido teniendo en algunas zonas ha llevado a que las autoridades tengan que entenderse y someterse a los delincuentes, y a que a las fuerzas federales no les queda de otra que mantener una vigilancia discreta y alejada sobre esas zonas.

Lo que se ha vivido en los últimos años en muchas comunidades tiene que ver con el control de los delincuentes en amplias zonas y en el caso de las grandes ciudades en ciertas colonias, lo que les permite manejarse con una gran capacidad de maniobra.

Hay muchas colonias que, sin ser controladas por los cárteles, están en poder de bandas pequeñas que impiden que las policías o la Guardia Nacional puedan entrar para detener o vigilar las calles.

Se ha venido dando una invasión silenciosa en muchas comunidades por parte de la delincuencia organizada que tiene a los ciudadanos en condiciones extremas que los lleva a vivir materialmente encerrados, o a ser inevitablemente parte y cómplice de lo que hacen los delincuentes. Todo termina por ser parte de una estrategia que tiene como eje sobrevivir, no hacerlo los coloca en el riesgo total.

La violencia política que se está viviendo mucho tiene que ver con ello. La intimidación, el secuestro y los asesinatos pasan por intentos de mantener el control de muchas comunidades a través de personajes que la delincuencia organizada los ubica como afines o como parte de sus propias organizaciones. Los pasados procesos electorales en varios estados tuvieron en muchos casos la definición política por la influencia de la delincuencia organizada.

La violencia política busca mantener el control en las comunidades y a partir de ahí tratar de extender al máximo su influencia territorial. Esta estrategia lleva a que los gobiernos pasen a segundo plano y no puedan desarrollar ninguna acción si no es con la anuencia de los cárteles. Lo que sucedió hace algunas semanas en Maravatío muestra los niveles de influencia de la delincuencia organizada, en seis horas asesinaron a dos candidatos a la presidencia municipal.

La recuperación de los territorios es una manera de fortalecer la gobernabilidad y darle a los ciudadanos certezas, pero mientras los gobiernos no sean capaces de hacerlo, los propios ciudadanos pueden encontrar a la delincuencia organizada como una mejor alternativa para sus vidas.

Si bien muchos jóvenes son forzados a integrarse a las bandas delincuenciales, cada vez son más los casos en que muchos de ellos optan voluntariamente por integrarse a las bandas. Las familias se los reclaman, pero también reconocen las circunstancias bajo las cuales se vive.

El control de los territorios es una de las armas de los cárteles. Es lo que les permite el tránsito de drogas, el control sobre las comunidades y quizá lo más importante, tener a las autoridades políticas que les conviene. No es casual que algunos partidos hayan optado por no presentar candidatos en ciertos lugares de Michoacán, Jalisco y Guerrero.

Quien gane la Presidencia debe tener como centro de su estrategia en seguridad recuperar territorios, así es como se le puede ofrecer a la ciudadanía una vida cotidiana digna y segura.

RESQUICIOS.

La explicación de que el secuestro masivo en Culiacán se debe a un enfrentamiento entre bandas delincuenciales confirma la facilidad con la que se pueden perder territorios. Así pasó en el intento de la detención de Ovidio Guzmán que provocó la reacción de la delincuencia que controló y desquició la ciudad por horas, pues ¿quién manda?

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