Las críticas al INE y la desmemoria

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser La Razón de México

La organización y desarrollo de nuestra democracia se ha establecido en función de la desconfianza histórica en la forma en que se han llevado a cabo las elecciones.

Hay muchas cosas por hacer con el INE, pero mientras no haya un cambio de paradigma en la materia que pase fundamentalmente por la confianza colectiva plena, el INE seguirá jugando el destacado papel que juega el cual, por cierto, tiene el reconocimiento de la sociedad, a pesar de que cada mañana se lancen en su contra.

La democracia se ha fortalecido por el concurso de los ciudadanos y el trabajo que ha hecho el INE. El desarrollo de las elecciones en nuestro país parte del concurso de la sociedad. Seguramente el INE merece críticas, pero habrá que tener cuidado en tener muy en claro que somos los ciudadanos los que instrumentamos los procesos electorales.

La organización de las elecciones está bajo la responsabilidad del INE, el cual está conformado por consejeros electos por el Congreso y está conformado por los consejeros y los representantes de los partidos políticos.

Para lo que se vislumbra que pretende hacer el Presidente, recordemos una vez más que el INE organiza y es árbitro de los procesos electorales. Para ello aplica leyes y reglamentos definidos y aprobados por los partidos políticos. Dicho de manera sencilla, si no quieren multas, no anden violando la ley, ni anden buscando cómo interpretarla o cómo darle la vuelta para hacer sus tropelías.

Las críticas que algunos partidos le hacen al instituto han terminado por alcanzarlos en su pasado. Sus señalamientos, en donde hay que incluir al Presidente, tienen que ver con aquello que aprobaron y alentaron, incluso festejaron.

El INE es hoy producto de los partidos que durante diferentes procesos negociaron el cómo deberían organizarse las elecciones bajo criterios de confiabilidad, pluralidad, democracia y certidumbre.

El INE es el resultado de negociaciones en las que los partidos de oposición fueron fundamentales. Al PRI e incluso al PAN no les quedó de otra que aceptar las nuevas reglas en medio de discusiones intensas y habrá que reconocer, que en muchas ocasiones fueron profundas, interesantes y aleccionadoras.

Como parte del equipo del Canal del Congreso, participamos en los muchos debates sobre los cambios en el entonces IFE hoy INE. Fueron de muy buen nivel en donde prevaleció un espíritu democrático, plural y constructivo en los que se presentaron más coincidencias que diferencias, sin que estuvieran exentos de muy buenos agarrones.

Morena y sus aliados deben ser coherentes y reconocer que en buena medida el INE está hoy diseñado y construido en función de lo que exigieron y aprobaron. Los militantes de Morena no pueden borrar su pasado priista, perredista y en algunos casos panista, lo que critican fue lo que cuando estaban en otros partidos aprobaron.

Las críticas al instituto tienen una alta dosis de desmemoria, de conveniencias o de tratar de no quedar mal con el Presidente, son una especie de autogol enmarcadas en la memoria efímera. El instituto es hoy lo que en buena medida querían que fuera, pero resulta que en el ejercicio del poder han cambiado su perspectiva.

El INE no es responsable de victorias, derrotas o multas, los responsables son los partidos políticos. Lo que hace el instituto es seguir lineamientos aprobados, los cuales son los instrumentos que establece la ley para aplicar multas en caso de que violen los reglamentos; va de nuevo: leyes y reglamentos aprobados por todos.

Cada vez que el Presidente arremete contra el INE, como lo hizo de manera desafortunada con el caso de Samuel García y su esposa, lo que hace es golpear a una institución creíble, democrática que tiene reglas construidas por todos incluyendo al tabasqueño.

RESQUICIOS

Nos dice el Dr. Alejandro Macías que los más de 16 mil contagios diarios pudieran ser 300 mil. ¿No sería bueno repensar la envalentonada y retadora expresión de “llueva, truene o relampaguee”?

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

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