Detrás de las convocatorias al diálogo y al entendimiento nos hemos encontrando con un signo oprobioso que forma parte de nuestra cotidianidad.
Llevamos varios años actuando de manera muy diferente a lo que son las múltiples convocatorias. Andamos en la intransigencia defendiendo y apelando posiciones de diálogo y pluralidad, pero en la gran mayoría de los casos las acciones del gobierno, partidos y en general de buena parte de diversas organizaciones civiles termina por ser distinta lo que se convoca.
En los últimos años se ha profundizado una riesgosa tendencia en que se pone y apela a la democracia y respeto a las ideas de los otros, pero terminamos en la imposición de ideas, planteamientos, estrategias y gobernabilidad.
En medio de las confrontaciones se ha perdido el valor de lo que han sido años de búsqueda por la democracia. Quienes fueron parte fundamental de todo este proceso hoy pareciera que lo que quieren es imponer sin escuchar a quienes piensan diferente. Se pondera el respeto a los otros y se habla de la libertad, pero se fustiga y ataca a quienes ven las cosas de manera diferente.
Estamos también en medio de profundos e interesantes cuestionamientos sobre el papel de la democracia y la representatividad, pero en el camino y en lo que van apareciendo nuevas ideas y nuevas experiencias para ello tenemos que fortalecer en lo que andamos, no hay futuro si no lo hacemos.
El gobierno defiende que el país es otro a partir del contundente triunfo del 2018, “no somos como los de antes”. Sin embargo, sin dejar de reconocer elementos que le han dado un cariz diferente a la sociedad, sigue siendo un pendiente el proceso de diálogo y entendimiento en lo cual el Presidente ha jugado un papel central.
A menudo se habla del derecho de réplica desde las mañaneras, pero cuando se pide nunca se otorga. De igual manera está el hecho de que grupos de la sociedad hayan querido conversar con el Presidente quien se ha negado a hacerlo.
Una de las razones por la cual muchos ciudadanos cuando votaron por López Obrador fue el de que con él la participación, intercambio de opiniones, diálogo abierto e incluso un entendimiento real con la oposición y con las organizaciones de la sociedad civil se iba a dar de cara a la sociedad.
El Presidente ha optado por otros mecanismos para su gobernabilidad los cuales pueden generarle popularidad, pero en el fondo no atiende la relación con sectores de la sociedad que a querer o no juegan un papel importante y estratégico.
En el futuro que se nos viene si no nos entendemos se ahondará la intransigencia y eventualmente nos dirigiremos a una confrontación que no queda claro en qué puede acabar
Morena cada vez va a jugar un papel más importante porque el Presidente sabe de la importancia del partido ante los futuros procesos electorales. Los morenistas más allá de su ferviente militancia con el Presidente deben saber que gane quien gane este año y el que viene deberán asumir que se requiere de cambios, porque la gobernabilidad actual solamente se entiende con el Presidente que tenemos.
Lo que pasó el 2018 no se va a repetir. Sin López Obrador en la boleta las cosas van a ser profundamente diferentes. Morena debe aprender a vivir sin el tabasqueño y va a tener que entenderse con la oposición y con los diferentes actores sociales.
Aunque no quieran van a tener que cambiar los términos de intransigencia y soberbia en los que están, porque esto será el único camino que les permita mantener el proyecto de la 4T. Para sobrevivir tendrán que empezar a entender y construir la vida sin ysq.
RESQUICIOS.
Un destacado y significativo grupo de personas dieron a conocer un documentado y crítico texto sobre las políticas del actual gobierno. La mañana de hoy se reunirán y antes de que el Presidente lance todo tipo de señalamientos sería de enorme relevancia para su gobierno que se revisar lo que llaman “un punto de partida”.