Es probable que el Presidente esté en su mejor momento para desarrollar sus proyectos de Gobierno. En el Congreso ha echado a andar la maquinaria de Morena al tiempo que se encuentra en sus mejores niveles de popularidad.
Ha puesto en manos del Legislativo un conjunto de medidas que hasta ahora ha podido instrumentar, fue construyendo este momento a lo largo de varios meses. No sólo se trata de los multicitados fideicomisos, también se trata de los presupuestos, los cuales ahora sí va a poder desarrollar a plenitud.
La estrategia le está permitiendo una concentración del poder como hace mucho no teníamos, aunque no les guste tiene mucho del priismo de los 60 y los 70. En aquellos años el Presidente proponía y disponía, a diferencia de las tendencias en la gobernabilidad que se presentaron no solamente en México, sino en el mundo a partir de los 90.
El Presidente no sólo concentra el poder en las principales decisiones políticas, ahora avanza de manera cada vez más firme hacia la concentración del poder económico. Las partidas que ha ido acumulando su Gobierno se han intensificado porque está logrando sacar dinero de todas partes sin importar el costo social y político que pueda tener.
El tema de los fideicomisos adquiere particular relevancia porque a partir de ellos se establece el desarrollo de políticas en diferentes áreas, sin dejar de reconocer las irregularidades que se presentaron en la instrumentación de los mismos.
El Congreso ha entrado en una etapa de obediencia profundamente inquietante para la gobernabilidad y el futuro inmediato del país. La elección del 2018 dejó en claro la voluntad popular de un cambio a partir de dos variables fundamentales: el hartazgo hacia la clase gobernante, lo que de manera precisa define el Presidente como PRIAN, con todo lo que esto conlleva, y por otro lado, lo que significó López Obrador como un perfil alterno con todo y sus propuestas.
Se podrá decir que hoy se está haciendo lo que se prometió. Sin embargo, muchos de los diagnósticos y decisiones que se están tomando no necesariamente tienen que ver con el estado de las cosas y con la posibilidad de solucionar los muchos problemas que cargamos.
Vamos de nuevo con los fideicomisos. Que el Presidente y la directora del Conacyt desde las mañaneras hagan un conjunto de juicios y denuncias no significa que en automático sea cierto. Ya son varias las ocasiones en que los involucrados han dado una versión totalmente distinta de lo expuesto, la respuesta de Josefina Vázquez Mota de ayer muestra que los hechos son susceptibles de tener miradas y argumentos diferentes.
El problema de la concentración de poder está llevando a consecuencias colaterales que merecen atención. Las declaraciones del Presidente están adquiriendo una percepción de verdades absolutas, siendo que muchas de sus referencias merecen ser constatadas con la visión que eventualmente tienen los personajes señalados.
El Gobierno se está allegando de una gran cantidad de recursos, lo que ya incluye a los “guardaditos”. El otro camino para hacerlo es el Congreso.
Sin embargo, entendiendo la legitimidad con la que se fundan las decisiones, es importante entender que dicha legitimidad no necesariamente significa tener la razón. La construcción de políticas públicas y del conocimiento es un trabajo colectivo que si bien requiere de una legitimidad en la gobernabilidad también se crea y fortalece a partir del intercambio de ideas; la verdad se construye en la colectividad incluyendo a los que piensan diferente.
La concentración de poder y la falta de una visión crítica de quienes rodean a quien lo ejerce va provocando signos de autoritarismo.
No regresemos a los tiempos de los que venimos huyendo.
RESQUICIOS.
Que conste. “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en familia. Son hijos de Dios. Lo que tenemos que tener es una ley de unión civil, de esa manera están legalmente cubiertos”.
Papa Francisco.