Pocos personajes como López Obrador saben lo que significa que le aparezcan reventadores y provocadores.
Que en Acapulco se le pudieron presentar no debiera sorprenderle. El hecho de que mucha gente se haya manifestado a través de los medios y las redes por la forma en que se ha atacado el brutal problema, tiene la lógica de lo que cada quien está viviendo.
Si bien hay quien quisiera sacarle raja a lo que está sucediendo, también es cierto que el Gobierno ha sido confuso en el proceso de organización ante la devastación.
Sin dudar que pudieran existir intenciones abyectas, no se puede negar que buena parte de la ciudadanía acapulqueña está bajo condiciones brutalmente adversas y no ha encontrado, en muchos casos, respuestas rápidas.
A esto se suma la narrativa que ha utilizado el Presidente para referirse al huracán. A pesar de que no ha habido comunicación y que muchas personas se han ido enterando de lo que va pasando a través de contactos personales, la gente sabe bien lo que está sucediendo porque nadie se los puede contar, ellos son los actores de la tragedia.
Va quedando claro que no se aplicaron de manera precisa las medidas de protección e información ante la llegada del huracán. Es importante reiterar que Acapulco y Coyuca de Benítez en lo particular estuvieron sometidos a un fenómeno meteorológico brutal; en menos de 12 horas pasó de ser tormenta tropical a convertirse en huracán categoría cinco.
Sin embargo, en las primeras horas se dio un vacío de autoridad. Sigue siendo otro enigma el porqué inauguraron una convención minera a sabiendas de lo que estaba por suceder; sigue siendo un enigma por qué la presidenta municipal de Acapulco tardó tanto en aparecer; sigue siendo un enigma por qué el Presidente intentó llegar a Acapulco por carretera a sabiendas de las condiciones en las que estaban; y sigue siendo un enigma final, de todos quizás el más abierto, el porqué el Presidente no ha querido por ningún motivo estar cerca de las y los acapulqueños en las calles.
Éstas son algunas de las razones por las cuales cuando un medio de comunicación se acerca a un ciudadano del puerto, reacciona con tanta violencia y tanto encono. No hay que llevar a cabo un proceso de provocación necesariamente para que pase y que en cuanto se vea un micrófono se le acerquen para hacer valer el drama por el que están pasando y manifestar lo que sienten.
En ningún momento ha sido sencillo enfrentar la situación. No olvidemos que Acapulco fue devastado al menos en un 85 por ciento. Lo que se está viviendo es excepcional en todos los sentidos.
Lo que la gente reclama es que en los primeros días todos quedaron expuestos y, sobre todo, sin amparo alguno, el cual los propios ciudadanos presuponían que lo tendría que otorgar el Gobierno, y en particular su Presidente al que invariablemente le han dado su voto cuando se ha postulado para la Presidencia.
López Obrador se preocupa porque lo vayan a “ningunear” y no toma el riesgo de salir a las calles y tratar de buscar una nueva relación con la población, tratando de pasar a segundo plano las muchas inconformidades, enconos y dolor que han pasado por las y los acapulqueños.
Son varias las ocasiones en que el Presidente lo ha podido hacer y no lo hace. Hacerlo nada tiene qué ver con los gobiernos de antes, más bien a la distancia se está viendo a esos gobiernos más atentos y sensibles ante situaciones similares que les tocó vivir.
RESQUICIOS.
Sin negar que se deben tener equilibrios salariales entre los deportistas sin importar el género, el caso del futbol puede resultar por ahora una bomba de tiempo para el futbol femenil. No exageramos si decimos que incluso podría desaparecer, porque no están dadas todavía las condiciones de rentabilidad. Las ganancias están lejos de entrar en la rentabilidad; es un tema a debatir bajo la imperiosa necesidad de escuchar a todos.