El futuro es incierto más allá de la esperanza. Ningún equipo tiene asegurado su camino; sin embargo, algunos llegan mejor armados que otros, han sido y son los dueños del balón.
La especulación sobre el desarrollo del Mundial es la mejor expresión del juego que todos jugamos. El pasado es el referente para hablar, divertirnos, especular y jugar.
Polonia sirve de ejemplo porque en el Mundial de Argentina 78 nos metió un 3-1, lo cual fue el colofón de un desastre futbolero; el Tri quedó en último lugar. Hay que echar a andar todo lo habido y por haber para alentar el terreno de la especulación y la esperanza. Todo es posible hasta que se asiente la idea de que México juegue el quinto partido, como si en este momento terminara el Mundial.
Hablamos de la selección en función de nuestros estados de ánimo y de una cultura futbolera nacional. El futbol es un deporte democrático, porque todos entendemos de lo que pasa en la cancha, no se necesita ser especialista y no somos los únicos en el mundo, porque al final todos terminamos por hacer lo mismo.
Los rivales de grupo se ven con lupa en medio del mayor de los pesimismos o de la mano de la esperanza y optimismo. Nos amparamos en ello, porque nos ayuda a jugar con el futuro, no sabemos qué va a pasar, pero la esperanza nos ayuda a imaginar escenarios de toda índole. El pesimismo tiene que ver con historias que conocemos y que nos han heredado y vamos heredando en los terrenos futboleros en los que nos hemos paseado y movido.
Es el tiempo en que los aficionados recuperamos la memoria futbolera para hablar de partidos de los cuales ni los jugadores se acuerdan.
Al futbol se le aplica el dicho de las abuelas de todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros. Todos aspiran, pero en sentido estricto sólo unos cuantos son auténticos candidatos. El Mundial da para soñar hasta que no empieza, cuando rueda el balón la esperanza tiende a derivar en sufrimiento, alegrías, nervios y paradójicamente en momentos únicos de unidad.
El futbol provoca angustias y alegrías colectivas. Es el deporte del mundo, porque tiene que ver con todos sin importar la clase social. El Tri es un signo de identidad del país, a pesar de que en muchas ocasiones concite todo tipo de contradicciones.
La historia de México en los mundiales es prueba de cómo hemos vivido con la esperanza como aliada, la cual ha sido sometida por la terca realidad. Todo ello nos lleva a que cada cuatro años aparezcan un sinfín de desilusiones para que de manera casi masoquista regrese la esperanza y las promesas de un nuevo futuro.
Al Tri le tocó un grupo complicado. Si nos atenemos al nivel que actualmente tienen sus rivales deberíamos optar por tener a la esperanza como aliada. En el papel hoy se ven por encima de nosotros Argentina, de la cual somos clientes, y Polonia.
Sin embargo, el tiempo puede ser un aliado que aliente la esperanza. Dependerá de lo que se haga en el futbol mexicano, con doña tele como su rectora y dueña, dependerá también de la preparación física y de cancha colectiva y lo que hagan con la cabeza de los futbolistas para convencerlos de lo que pueden ser capaces.
Quizá esto cambie algo del futuro y fortalezca la esperanza, porque hoy la realidad, en el aquí y ahora, es abiertamente incierta.
La fiesta del alarido, como decía el gran Manuel Seyde, de alguna manera ya está entre nosotros. El futbol nuestro se la ha pasado en deuda con la afición, con todo y que los últimos años la tribuna ha manifestado de muchas maneras su enojo y hartazgo.
Tenemos derecho a la esperanza y a creer, pero seamos sensatos, pero no por ello dejemos de divertirnos. Al Tri le urge aprovechar el tiempo, ya veremos qué hace con él.
RESQUICIOS.
No se van a atemperar ni tantito los ánimos esta semana, más bien va a suceder lo contrario. Una cosa es clara, el Presidente ganará sin la menor duda la revocación, la duda está en la participación ciudadana.