No estará en la boleta, pero...

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

No perdamos de vista lo obvio: la narrativa mañanera se basa en el estás conmigo o estás contra mí. Las críticas presidenciales, fundadas o no, llevan a tratar de que entre los millones de seguidores del Presidente queden claros los términos de la defensa del proyecto de la 4T, la lealtad y la definición de los “adversarios”.

Por lo que viene es importante tenerlo ante nosotros. No es lo mismo hacerlo a lo largo de un sexenio como parte de la gobernabilidad que hacerlo en un proceso electoral.

No es nueva esta estrategia. Es algo que ha venido haciendo el Presidente desde hace mucho tiempo. Concentra el poder y la atención dejando la percepción de que en la gran mayoría de los casos confía únicamente en él y sus intuiciones, las cuales han sido su gran acompañante.

A lo largo de estos años, sus funcionarios han tenido que seguir sus planteamientos. No hacerlo significa en sentido estricto oponerse al Presidente, no hay indicios de lo contrario. Son pocos los casos en que integrantes de su equipo han renunciado debido a una visión opuesta; Jaime Cárdenas, Carlos Urzúa y Karla Quintana, por mencionar algunos casos.

Así como a la sociedad le plantea cotidianamente la disyuntiva del estás conmigo o estás contra mí también se extiende a su equipo. Recordemos aquello de que se requiere un 95% de honestidad y lealtad y un 5% para algo que se presume es la capacidad.

Quizá al paso del tiempo una de las críticas más fuertes que se le harán al Presidente tenga que ver con que desde fuera queda la impresión de que no escucha. Concentra el poder, porque quizá es de suyo desconfiado. No le gusta compartir sus decisiones por razones difíciles de entender. Confía en su entorno, porque su entorno actúa en función de lo que plantea, define y ordena.

Poco a poco todos nos hemos ido dando cuenta de esto, lo cual presumimos que tiene que ver con su historial. Su desconfianza tiene cierta razón de ser, porque es producto de lo que a lo largo de diferentes experiencias ha vivido. En más de alguna ocasión le echaron encima todo el aparato de gobierno, a lo que se sumaron decisiones poco afortunadas del tabasqueño.

Todo este proceso ha llevado a que estemos cada vez más confrontados. Los enconos de la clase alta y media si bien tienen que ver con algunas afectaciones económicas, tienen que ver directamente con la forma en que desde la narrativa presidencial se les define en medio del sarcasmo y señalamientos en muchas ocasiones sin razón de ser.

También ha crecido el encono, porque el Presidente ha encontrado en la confrontación y la división una estrategia fundamental para su gobernabilidad. El desprecio que ciertos sectores tienen hacia el Presidente parte en buena medida de, a querer o no, de una visión clasista.

López Obrador define las cosas apelando a la libertad y a la democracia. Sin embargo, a menudo señala y decide de manera marcadamente unilateral. El enojo de cierto sector de la clase media tiene que ver mucho con su narrativa más que con lo que ha venido haciendo.

Al tabasqueño no se le puede señalar porque haya afectado profundamente a las clases altas. Es muy probable que en el balance final el sector más afectado son las clases medias, sobre todo, por la falta de apoyo en la pandemia.

No queda claro cuáles serán los resortes de la ciudadanía en las elecciones. Si bien el Presidente no va a estar en la boleta, es obvio que será el personaje sobre el cual se pueden definir las elecciones. La popularidad presidencial no necesariamente se hereda en Claudia Sheinbaum, quien lo debe de saber.

Lo que parece perfilarse es que las clases medias no serán aliados ni del Presidente ni de su candidata.

RESQUICIOS.

El 2 de octubre del 68 es un antes y después. Con todas las limitaciones es una de nuestras bases para la democracia que tenemos. Ha sido llevado y traído al singular gusto de los políticos. Su esencia no cambia, a pesar de que ahora les da por apelar por el 68 para votar por Morena.

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