Javier Solórzano Zinser

Con el estigma por delante

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

De nuevo en el Legislativo se aplicó aquello de que  pueden ver y hacer como que escuchan a la oposición, pero no se le toman en cuenta ni sus planteamientos ni sus contrapropuestas.

El asunto es cada vez más delicado en la dinámica del país, porque muestra una gobernabilidad autoritaria y lejana a procesos democráticos que permitan a través de los debates fortalecer las propuestas vengan de quien vengan.

Estamos ante un modus operandi que se ha dado a lo largo de la presente administración. Se estigmatiza de tal manera que no hay espacio alguno para que puedan escucharse voces opositoras a las propuestas presidenciales.

Se trata en buena medida de crear en el imaginario colectivo una idea sobre ciertas instituciones, en este caso el Poder Judicial, buscando que los millones de seguidores del Presidente crean y asuman como propio lo que dice el Presidente.

Pareciera que de lo que se trata es de imponer ideas sin permitir incluso a esos millones de seguidores preguntarse por lo que propone el Ejecutivo.

A lo largo de varios días se han expuesto una serie de elementos sobre el valor de los fideicomisos tratando de explicar su razón de ser y su operación por parte de la oposición, de los trabajadores y especialistas, lo cual merecía ser tomado en cuenta en función de sus argumentos. Sin embargo, todo terminó en una cerrazón en donde prevaleció la forma en que se conciben las cosas de manera partidaria más que con los elementos que de fondo contienen los fideicomisos.

El desenlace muestra una mirada unilateral de las cosas, lo cual no es la primera vez que sucede, bajo argumentos que convenían a la perspectiva que ya estaba decidido de antemano que se iba a tomar.

De las cosas más delicadas que pasaron es que se volvió a apelar a la democracia, el debate y la libertad de expresión lo que sirve es para justificar la decisión aplicando insistentemente aquello de que conste que escuchamos a todos.

No tiene sentido escuchar si en el fondo no se va a reconocer que el planteamiento de otros debe ser considerado como parte de la decisión. Todo se vuelve unilateral, lo que crea una condición en la gobernabilidad y la política que coloca a quienes gobiernan con la democracia en la mano como pretexto para aprobar sus propias propuestas haciendo como que escuchan a los otros. Se apela a la democracia para tomar decisiones, pero no para una gobernabilidad plural y de transformación colectiva. Aquí no se vale hablar de lo que está haciendo el pasado, porque se presume que los de ahora no son como los de antes.

El estigma sobre el PJF construyó la aprobación de la desaparición de los fideicomisos. No importaron las manifestaciones de los trabajadores a los cuales les sumaron el estigma, se dijo que estaban siendo “manipulados”.

De la noche a la mañana, el sindicato de trabajadores se convirtió en un sindicato blanco. Atrás quedaron los días de las conversaciones que tuvo el candidato y Presidente para tratar de que lo apoyaran.

Al final las cosas terminarán decidiéndose en la Corte. Todos lo saben pasando por Palacio Nacional. La decisión es previsible en función del conjunto de irregularidades que acompañaron la aprobación de la desaparición de los fideicomisos. La previsible decisión servirá para arremeter aún más contra el PJF y sobre todo contra la Corte, al final de eso se trata.

RESQUICIOS.

Es triste y brutal lo que está viviendo Acapulco. La fuerza de la naturaleza lo golpeó como nunca antes, quizá algo parecido sucedió en 1949 y con el huracán Paulina. Esta vez ha sido devastador. Se tendrán que dar explicaciones sobre los sistemas de prevención, por qué Otis se transformó en menos de 12 horas en categoría 5 y el porqué de la tardanza de las autoridades en reaccionar. Por ahora hay que atender a los que no están saliendo en las fotos ni en las imágenes y que viven bajo condiciones verdaderamente adversas en uno de los lugares más entrañables y queridos del país; duele y mucho.