Javier Solórzano Zinser

El Frente, forma y fondo

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Como fuere, en el Frente Amplio llegaron a acuerdos dentro de sus diferencias. Las dirigencias de los partidos políticos pueden terminar por ser un gran problema, la principal crítica que han recibido de unos y otros es que se quieren apoderar del proceso, aunque lo nieguen en público.

Ya no necesariamente están buscando que alguien de su partido sea el o la candidata. Ahora andan buscando cómo acomodarse dentro del Frente para alcanzar el mayor número de candidaturas que estarán en juego en las elecciones más grandes que ha tenido el país en su historia. 

El proceso del Frente ha logrado llamar la atención de los medios y las redes y de la llamada comentocracia. Lograron que se les volteara a ver, porque parecía que todo se circunscribía a las corcholatas y a lo que el Presidente dijera sobre ello desde la mañanera. 

Todavía falta un largo trecho, pero la oposición logró que la plaza no fuera sólo de la narrativa presidencial, en algún sentido le dio un giro a la agenda-país. A pesar de que la etapa en la que estamos no llama del todo la atención de la ciudadanía, como sea, se trata de ir construyendo procesos de corto, mediano y largo plazo para meterse en el imaginario colectivo sin perder de vista que el peso y la fuerza del Presidente y su partido es consistente sin que haya indicios de que vaya a diluirse. 

Los adelantados e ilegales tiempos de los actores políticos son procesos que no logran acaparar de manera plena la atención. La elección se ve lejana y no acaba de entrar del todo en el imaginario colectivo. Mucho de lo que hemos visto en las precampañas, que dicen que no son precampañas, pasa por el acarreo, como se ha visto con las corcholatas, o por un voluntarismo del cual Xóchitl Gálvez se ha visto beneficiada. 

Lo que no hay que perder de vista es que lo que se define en el mes de septiembre colocará en las boletas electorales a quien será el o la futura presidenta de México. Por ello, la forma y fondo en que se actúe en el Frente Amplio serán determinantes para la construcción de la imagen, junto con sus entornos, de quien será su representante. Se requiere de credibilidad y fortaleza, elementos que son determinantes en los sentimientos y mirada del electorado. 

Tanto en Morena como en el Frente, no se pueden permitir un cuestionamiento o impugnación en el resultado del proceso. Están en el momento en donde todo terminará por ser determinante hacia el futuro, porque si no hacen bien las cosas el o la candidata perderán en imagen ante la ciudadanía, lo cual será utilizado de innumerables maneras por sus adversarios políticos, pero sobre todo, le restaría méritos a quien resulte elegido. 

Estos días han aparecido voces inconformes en el Frente. Son entendibles las pasiones políticas y las confrontaciones, la clave está en cómo conducirlas. Lo que ya se está jugando es, ni más ni menos, la candidatura a la Presidencia. 

La alianza con todo y sus explicables divisiones requiere de claridad, transparencia y legalidad. Lo difícil va a ser hacerle entender a las dirigencias partidistas de lo que se trata, los partidos sin la ciudadanía no llegan ni a la esquina. 

Independientemente del resultado, con Xóchitl Gálvez la oposición consiguió dar un paso adelante. No se veía que ninguno de los nombres mencionados pudiera llamar la atención. Xóchitl creció y ha ido ganando popularidad, además de que tiene una narrativa en la cual nunca deja pasar nada que el Presidente refiera sobre su persona. Un dato clave en lo que está pasando es que el 90% de las firmas de apoyo a la hidalguense es de ciudadanos sin partido. 

El Frente se juega parte de su destino en la forma en que termine por desarrollar su proceso de selección. Si quieren ser competitivos, ésta es una de las puertas de entrada. 

RESQUICIOS.

A partir de hoy la SEP va a tratar de justificar sus motivos sobre los libros de texto. Lo idóneo sería escuchar voces discordantes para debatir, pero todo apunta al monólogo y al autoelogio.