Muy probablemente López Obrador va a tratar de acelerar al máximo en los próximos meses los proyectos que considera medulares para su gobierno, no es casual que ande tratando de sacar dinero hasta de las piedras.
El futuro empieza a cargarse de incertidumbre. Si bien no se ve todavía que en el 2021 Morena pueda sufrir un revés serio, lo que sí puede pasar es que pierda la capacidad de maniobra que tiene con un Congreso dividido.
Si de por sí había prisa ésta se va a incrementar. Podría suceder que lo que no se haga en estos tres años resulte muy difícil hacerlo en la segunda parte de su mandato, va a ser en ese momento el de la prueba de fuego del “no somos iguales”.
Lo riesgoso de esto es que se tomen decisiones con la prisa en las espaldas sin medir las consecuencias de lo que se decida y se haga. El futuro va a llegar y suponemos que el Presidente sabe que como muchos otros mandatarios tendrá el juicio de la historia.
Lo que hoy puede parecer favorable con el apoyo de sus seguidores mañana puede tener otra forma de verse e interpretarse. Muchas de las propuestas de López Obrador tienen fundamentos justificados, son parte de una lectura racional sobre el desarrollo desigual del país.
Ha entendido que uno de los grandes ejes que nos tienen en crisis es la pobreza. El problema que ha enfrentado es que por más que quiera cambiar las cosas hay diques que parecen insalvables, y quizá también porque parte a menudo de una mirada parcial y no integral de país.
Su monumental reto es lograr que la desigualdad social se revierta. De otra manera se va a ir anotando que podría tener una segunda parte de gobierno no sólo complicada, sino cargada de limitaciones.
Los hombres del poder por más que en su momento parezcan todopoderosos y omnipresentes no son eternos, lo cual incluye a López Obrador en la lista. Lo que no haga en seis años, por más limitaciones que vaya teniendo y piedras que le pongan, terminará siendo juzgado por la historia. Si bien sigue teniendo altos niveles de popularidad y una gran capacidad de maniobra las cosas pueden dar un giro dramático.
En el ejercicio del poder no hay garantías de ninguna índole, tan es así que diferentes grupos que lo apoyaron y lo votaron empiezan a plantear dudas y críticas a su gobierno.
El incidente en Xalapa con familiares de desaparecidos que querían hablar con él muestra el hartazgo que puede provocar también López Obrador entre los ciudadanos. El “sí ves a la mamá de El Chapo, pero no nos haces caso a nosotras” es un enfrentamiento ciudadano que encuentra dos formas de actuar del Presidente, independientemente de la justificada sana distancia.
López Obrador ha avanzado y mucho, ha estado en medio de tormentas porque efectivamente ha tocado intereses enquistados, pero también porque su estilo personal de gobernar provoca, confronta, desacredita y polariza.
De alguna u otra manera el país se ha sacudido este año y medio, pero no basta con ello. Mientras no consolide del todo sus proyectos, podría entrar en un laberinto en donde ya no se puede responsabilizar de todo al pasado, porque el tiempo ya corre bajo su responsabilidad.
Las elecciones del 2021, por más que se vean lejos, van a ser el gran reto del sexenio. Si no conserva mayoría Morena, como más o menos la tiene ahora, la segunda parte del sexenio puede terminar por ser una pesadilla colectiva.
Pero pase lo que pase, el Presidente ha venido adoleciendo de algo fundamental en la política, la construcción de puentes y la mirada integral de país.
Entendiendo que el pasado en algún sentido nos condena, lo que López Obrador no puede dejar de contemplar es que también para él habrá juicio de la historia pasando por la exigencia del aquí y ahora.
RESQUICIOS.
En el corre por tu vida se empiezan a vislumbrar alianzas electorales. Algo podría pasar con los desprestigiados PAN y PRD que se podrían unir a MC. Por lo que se ve en este primer escarceo con el PRI no quieren ir ni a la esquina.