Tienen mayoría, poder, narrativa y a YSQ

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

A pesar de las innumerables manifestaciones contra el proyecto de la reforma al Poder Judicial no asoma posibilidad alguna de debatirla o replantearla.

Más bien la mayoría anda buscando ser lo más obsequiosa posible con el Presidente. El presidente de Morena aseguró que es el “regalo” que le quieren dar al titular del Ejecutivo. Lo que les importa es quedar bien sin detenerse a reflexionar mínimamente lo que hay detrás de las opiniones sobre la reforma.

El embajador de EU, a querer o no, le acabó ayudando al Presidente en su narrativa. A partir de su conferencia de prensa en que manifestó su preocupación por la reforma, López Obrador encontró en el nacionalismo la defensa que es atendible.

En términos deportivos le pusieron la pelota en bandeja. La discusión se fue hacia el cuestionamiento a los gobiernos de EU y Canadá, no se pase por alto que sus embajadores son representantes de dichos gobiernos, señalándolos por entrometerse en asuntos internos. La narrativa no le pudo caer mejor al Presidente en tiempos en que está terminando su sexenio en que está incrementando sus críticas a EU.

Muchas de éstas tienen su razón de ser, pero otras, caen en el terreno de un nacionalismo exacerbado muy propio de la Guerra Fría. Es un discurso que el Presidente maneja con habilidad y que además tiene una gran empatía entre sus millones de seguidores. EU representa la idea del imperialismo, la cual si bien transcurre hoy con enormes variantes es una de las esencias del país.

Desde cualquier perspectiva, la crítica debe ser atendida. En el caso del exterior debido a que hay una serie de acuerdos internacionales que imponen a los países obligaciones. El riesgo está en que se perturben las relaciones y que esto lleve a un conjunto de medidas que puedan afectar seriamente a nuestro país en lo económico. Ayer López Obrador planteó lo que quizá piensa de esto: “No hay que tomar en serio a las calificadoras”.

Es para atender que diferentes organizaciones internacionales se hayan sumado a la crítica y las observaciones. No podemos pasarlas por alto bajo criterios de defensa de la patria, no tanto porque no lo tengamos que hacer, sino porque los argumentos planteados merecen atención y una revisión autocrítica más apegada a la investigación y el análisis que al ofrecimiento simplón de un “regalo”.

Estamos en un toma y daca que no se ve a dónde nos lleve. El Presidente de nuevo se mete en el singular terreno diplomático de lo que llama “pausa”. La diferencia con lo que hizo con España es que ahora habla de “pausa” con las embajadas de EU y Canadá sin dejar claro qué se quiere decir.

El Gobierno y su mayoría también están pasando por alto las protestas internas de las y los trabajadores del Poder Judicial. La Secretaría de Gobernación tendría que atender este asunto, pero se la ha pasado preocupada por encontrar elementos para justificar la sobrerrepresentación.

Nadie se ha acercado a las y los trabajadores y más bien hay un menosprecio manifestado a través de la maquinaria de la mayoría que no va a voltear a ningún lado de no ser a donde quiera el Presidente. El diálogo y el intercambio de opiniones no se van a dar. Las y los trabajadores lo saben, pero están haciendo un gran esfuerzo para tratar de llamar la atención más que del Gobierno y de la sociedad.

Las protestas están en todo el país. No hay estado en que no se estén manifestando, lo cual ha ido calando entre la opinión pública, pero, insistimos, parece que todo está ya definido. Se asegura que quieren llevar la reforma a comisiones y luego al pleno el mismo domingo.

Tienen la mayoría, tienen el poder, tienen la narrativa y tienen al Presidente, lo que habrá que preguntarse es si tienen la razón.

RESQUICIOS.

La relación entre los padres de los 43 estudiantes desaparecidos y el Presidente no pudo acabar peor, “terminamos mal” dijeron los familiares. Se hizo un gran esfuerzo, el problema fue que hubo pocos avances y que López Obrador fue visto como insensible.

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