La relación entre las y los periodistas y el Presidente en lo que va de estos más de tres años confirma la lógica de lo que el tabasqueño piensa en lo general del periodismo, no hay sorpresas. Se han agudizado riesgosamente las cosas, pero de suyo es una relación trabada y lo seguirá siendo.
Una parte de la relación se ha definido a través de utilizar lugares comunes. Hablar de derecho de réplica, por ejemplo, tiene muchos matices cuando se trata del Presidente. No es lo mismo un ciudadano que no tiene el micrófono y la resonancia de lo que dice que la que tiene el Presidente en las mañaneras.
No es tema si el mandatario tiene derecho o no a utilizar sus espacios para expresarse, lo que no debe soslayarse es que, si bien su investidura lo llena de derechos, también lo llena de obligaciones.
El Presidente debe ser el primero en cumplir el marco legal porque es la representación de la legalidad, la democracia, la pluralidad, la libertad y el derecho.
Una de las aristas de lo que se ha vivido estos días tiene que ver con hasta dónde el Presidente se ha ceñido a sus obligaciones y derechos. El peso de lo que dice y hace permea cada vez más en la población, tanto a su favor como en contra.
El Presidente es la agenda y se ha convertido, por momentos de manera inédita en la historia del país, en el centro político. Todo gira en torno a él por ello todo lo que diga adquiere un peso y fuerza que trasciende entre millones de personas. Por ello, todo lo que haga tiene que fundamentarse en el marco del derecho y en asumir a plenitud que a final de cuentas es el Presidente de todos nosotros, no sólo lo es de sus millones de seguidores.
Estas consideraciones cruzan sus ataques en contra de periodistas que todo parece indicar le son incómodos, por decirlo de alguna manera. Al dar a conocer lo que asegura es el salario de Carlos Loret de Mola está traspasando el marco de derecho y la privacidad bajo el cual vivimos y nos organizamos.
Si nos atenemos a sus opiniones sobre los reportajes sobre Houston hay evidencia de su manifiesta molestia. Señalar como lo ha hecho le ha abierto un frente que pudiera ser un elemento que defina críticamente a su administración.
No es tanto por el periodista en cuestión es porque en el fondo está mostrando su talante como gobernante al utilizar los instrumentos a su alcance, incluso rebasándolos, para atacar a quien presentó un reportaje que sin la menor duda ha afectado su entorno.
El reportaje le pega a una de las áreas más sensibles del Presidente. Muestra una contradicción en su entorno íntimo que choca directamente con su discurso, sus ideas y su pensamiento.
López Obrador podrá presentar esta mañana desde un distractor hasta matices de lo que dio a conocer el viernes. El problema está en que pase lo que pase rebasó líneas que él debiera ser el primero en respetarlas y asumirlas. Abre un inquietante y peligroso terreno que nos va llevando a una confrontación inédita.
Hemos vivido durante décadas algo así como una confrontación silenciosa, el gran problema que tenemos es que hoy es abierta y no hay mecanismos que pudieran encontrar puntos de convergencia para enfrentarla, porque además se alienta desde muchos frentes, lo que incluye Palacio Nacional.
Lo sucedido el viernes nos coloca en camino a una brecha abierta entre nosotros. Insistimos, no se trata de un periodista, con el cual se podrá estar a favor o en contra, lo que subyace es que desde el Ejecutivo se está utilizando el poder para denostar, agredir y señalar sin considerar el Estado de derecho que norma, organiza y da sentido; estamos en medio de un momento no sólo inédito, sino de muy alto riesgo.
RESQUICIOS
En pocos días sabremos qué tanto pudo verse afectado el Presidente por lo sucedido estos días. Podría enfrentar un descenso en su popularidad; sin embargo, hemos visto que por más adversidades o errores que cometa se mantiene fuerte; veremos cómo interpreta la sociedad el momento.