Con casi todo a su favor es probable que Morena esté pasando por uno de sus momentos más complicados desde el 2018.
El Presidente es quien le da cohesión y sentido al partido. Es sobre quien gira de manera abrumadora el Gobierno y Morena. Sin embargo, están surgiendo situaciones ante las que López Obrador no puede involucrarse, porque el final del sexenio no le está siendo nada sencillo.
Si el Presidente se mete en todo, lo cual no dudamos que quisiera, terminaría por abrirse una buena cantidad de flancos en el momento menos indicado de su gestión. Por más que tratan de minimizar algunos problemas es evidente que con el tema de salud y la inseguridad el Presidente terminará con un balance adverso en áreas en las cuales generó una enorme expectativa. Hace pocos días un destacado especialista en salud, Alejandro Macías, aseguró que en esta materia “se fracasó”.
El inicio del año trajo evidencias del gran problema que tenemos en materia de seguridad. La cantidad de personas asesinadas, le decíamos ayer, alcanza al menos 400 y llevamos apenas nueve días del año. El Presidente se va a tener que meter en estas áreas si quiere tener un mínimo de resultados, porque el tiempo ya no le da para más.
Con estos fehacientes problemas, no vemos al Presidente metiéndose en los asuntos internos de Morena porque, por más que alce la voz al interior del partido, muchas cosas se están moviendo de manera vertiginosa e incontrolable.
Hace pocos años el Presidente estableció claramente que si no se ponían de acuerdo en Morena o ahí se ven. Dicho de otra manera el Presidente le podría tomar distancia a un partido que hizo a su imagen y semejanza si las cosas no se hacen, presumimos, como él las ve.
Existen cada vez más evidencias de que al interior del partido se están confrontando los diferentes grupos que lo integran, antes les decían tribus, los cuales están desarrollando estrategias políticas sin que tomen en cuenta al Presidente como el fiel de la balanza.
Va avanzando en todos los sentidos la inevitable pregunta sobre qué será del partido y del futuro gobierno, en caso de que triunfe Claudia Sheinbaum, sin la abrumadora figura de López Obrador.
Cómo serán las cosas en el país y en Morena a partir del 1 de octubre y qué tanto guardarán lealtad al Presidente cuando hay indicadores en que se aprecia que en Morena se están presentando divisiones y que empiezan a prevalecer grupos que no logran ni consensos ni cohesiones internas.
De ser cierto lo que plantea, por cierto, no casualmente en La Jornada, la exdirectora de Notimex, el Gobierno estaría abriéndose un flanco que alcanza al proceso electoral. Asegura que personajes muy cercanos al Presidente formarían parte de una trama para apoyar a través de las indemnizaciones para los trabajadores de la agencia liquidada, la campaña de quien se sabía desde el inicio que sería la candidata a la Presidencia.
Si así fuera, estaríamos ante mecanismos irregulares en que personajes cercanos a López Obrador estarían actuando en algún sentido bajo el ámbito presidencial. Una situación de esta naturaleza merece una respuesta rápida y precisa, porque termina quedándose la idea, con todas las secuelas que tiene, de que eso que escribió la exdirectora de Notimex es cierto.
El final del sexenio no va a ser tan sencillo como quizá lo imaginó el Presidente. Las críticas locales por la designación de algunas candidaturas serán sometidas, como es el caso de Puebla, pero el problema que viene es cómo establecer a futuro el ejercicio político del partido sin el Presidente.
Todo indica que van a ganar, pero el costo puede ser la derrota en el mediano plazo.
RESQUICIOS.
Es de enorme importancia que el Presidente haya ofrecido una disculpa a Salma Luévano. De seguro se dieron cuenta de la trascendencia del hecho. Otros personajes también han ofrecido disculpas por expresiones similares, las cuales no han sido aceptadas y han terminado hasta boletinados.