Morena y su confianza desmedida

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser Foto: larazondemexico

Por más que en Morena se la pasen ponderando, elogiando y echándose porras, la mayoría de sus encuestas para definir candidaturas están en los terrenos de los hoyos negros.

Bien a bien no se sabe cuál es la metodología que utilizan. Al final queda la idea de que las cosas se definen entre las cúpulas y no necesariamente entre los militantes.

En los recientes procesos para seleccionar a los candidatos a gobernador, se ha entrado en un toma y daca que ha llevado a un sinfín de controversias y reclamos.

Uno de los ejemplos es Guerrero. Sigue sin quedar claro por qué razón se le dio el triunfo a Amílcar Sandoval para quitárselo al día siguiente y otorgárselo al muy cuestionado Félix Salgado Macedonio, fue como una comedia de horrores y errores. Nadie vio los números de las encuestas quedando la impresión de que lo que definió la candidatura fueron las presiones más que las decisiones democráticas.

El revuelo de esta decisión provocó una bronca interna que no va a ser resuelta tan fácilmente, porque han aparecido denuncias del pasado contra quien fuera presidente municipal de Acapulco, al tiempo que reclamos de los muy “influyentes”, amigos y familiares de Amílcar.

En pocos procesos quienes son derrotados quedan satisfechos; sin embargo, mientras haya evidencias y claridad a los perdedores no les queda de otra que guardarse los enojos.

Morena no ha dejado de ser un movimiento más que convertirse en un partido político. Es tal la dependencia que tiene hacia López Obrador que es difícil imaginar que la toma de decisiones importantes no pase antes por Palacio Nacional, con todo y que su inquilino diga que no se mete.

Es probable que Morena mantenga buena parte de la hegemonía que tiene. Es probable también que a su interior se siga pensando que cuenta con un gran aval de la sociedad, lo que le lleva a perder de vista los grandes vacíos que hay en el partido y sobre todo el hecho de que buena parte de su crecimiento se fundamenta en la ausencia de una oposición estructurada.

López Obrador debe saber muy bien lo que pasa ahí dentro. El partido está hecho a su imagen y semejanza, lo cual lleva a que sin su participación directa pueda prevalecer el caos y los golpes en la mesa de las muchas tribus que se han ido formando.

Lo mejor que le puede pasar a Morena es que la oposición siga dando tumbos o que se aboque a construir alianzas con un futuro realmente incierto. En medio de la rebatinga ya empezamos a ver propuestas cuestionables y en esto están metidos los partidos de oposición en algo que llaman Va por México.

Habrá que ver si llegan juntos hasta el final y no le dan a la mera hora la espalda a la alianza, como se presume pudiera ser el caso del PRI, el cual ha dado muchas muestras de su cercanía hacia Morena.

Independientemente de esto, lo que es evidente es que el Gobierno y Morena han hecho de las consultas y las encuestas un instrumento cada vez más cuestionable. Las recientes selecciones de candidatos a 15 gubernaturas están mostrando procesos que en su gran mayoría son opacos, a pesar de que se insista en el discurso del “no somos iguales” y de que “son las bases quienes deciden”.

El riesgo que está corriendo Morena es alto, porque si se crean condiciones desfavorables hacia el Gobierno, lo cual siempre es posible y más en tiempos como los que vivimos, la alianza opositora, por más cuestionable que sea, se va a convertir en una opción para muchos ciudadanos.

Estamos en medio de procesos inacabados y a menudo está claro que no nos ayudamos ni tantito.

Parece desmedida la confianza de Morena.

RESQUICIOS

Trump echó a andar la revuelta para luego esconder la mano. EU está viviendo momentos riesgosamente inéditos que en cualquier otro país serían vistos como algo cercano a un intento de golpe de Estado. Lo que pasa es un resumen de una gestión de 4 años de oprobios, sin olvidar que en el camino nos ha tocado nuestra dosis ante lo que se ha apechugado.

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