Podría ser que una de las razones por las cuales el Presidente echó a andar la sucesión con tanta antelación pase por la estrategia de evitarse distractores en la parte final de su gobierno.
López Obrador ha de querer llegar a la parte final de su gobierno a plenitud y en caso de que la sucesión no esté del todo resuelta, todo llegará en los tiempos del balance sexenal, el cual eventualmente pudiera no serle favorable, hoy es una incógnita ese futuro.
La democracia interna de Morena está dirigida, aunque se hable de que el pueblo decide. Las fuerzas políticas de mayor peso son las que dirigen el partido y seguramente también lo harán en la designación de la candidata o candidato, a partir de lo que decida el inquilino de Palacio Nacional.
Muy probablemente esto empieza a ser visualizado por los grupos simpatizantes de Marcelo Ebrard, a lo que se suman las denuncias de Ricardo Monreal. Va a resultar complicado evitar confrontaciones sobre la sucesión, la clave será hasta dónde llega la bronca y si en el camino se ponen de acuerdo o rompen el precario equilibrio.
La petición de “reglas claras” y “piso parejo” tuvo una respuesta que pareció una contraofensiva. El presidente de Morena está cada vez más mimetizado con Palacio Nacional, todo indica que los tiempos de su cercanía con Marcelo Ebrard quedaron atrás. La respuesta de Delgado desacreditó el planteamiento que hizo la ebrardista Malú Mícher; existe coincidencia en lo expresado por el Presidente, Mario Delgado y la Jefa de Gobierno.
El Presidente va a insistir en que no se va a meter; sin embargo, vemos difícil que vaya a dejar pasar las cosas, siendo que quien le suceda debiera garantizarle continuidad a su proyecto. No vemos cómo no trate de influir en medio de un momento electoral que le debe ser fundamental en lo personal y en su proyecto.
Ricardo Monreal cada vez está más lejos de los ánimos presidenciales, lo sabe y no tiene empacho en hacerlo ver. La visión del zacatecano sobre el INE es una muestra más de ello. Choca frontalmente con la visión del Presidente y también con dos de sus “corcholatas”, ayer de nuevo fue claro al pedir respeto al INE.
Marcelo Ebrard ha sido cuidadoso. El silencio le ha venido mejor, porque de alguna manera se presume que no necesariamente comparte las críticas del Presidente, lo que es inevitable es que tarde que temprano tenga que ofrecer su visión sobre el INE; veremos si en el marco del debate sobre la Reforma Electoral en el Parlamento Abierto encuentra el momento.
Si bien la relación entre el Presidente y el canciller está marcada por la lealtad y el respeto, recordemos que la elección del candidato del PRD a la Presidencia en 2012 puso a prueba la relación. La encuesta, la cual no se conoció a detalle, definió que López Obrador sería candidato por encima de Ebrard, el resultado no fue cuestionado abiertamente, pero dejó dudas.
Bien podría decir el canciller que ahora le toca, porque aceptó aquel resultado a pesar de las dudas, su equipo de alguna manera manifestó cuestionamientos sobre la encuesta. Al final, se sumó a la campaña del tabasqueño atemperando los ánimos entre sus muchos seguidores en medio de cierta incertidumbre.
En la medida en que crezcan las diferencias seguramente no le quedará de otra al Presidente que “asomarse” en el proceso. Hay muchos líos en el camino, no solamente son las confrontaciones por la sucesión, también puede estar el no cumplimiento de las leyes electorales de las “corcholatas” y de Monreal.
En una de ésas al Presidente y a Morena les va a costar más trabajo atemperar los ánimos internos que enfrentar a la oposición.
RESQUICIOS
En pleno proceso de investigación sobre lo sucedido el 6 de enero en Washington, en que Donald Trump se negaba a aceptar su derrota azuzando a la irrupción del Capitolio a sus incontrolables seguidores, informó que quiere ser presidente de nuevo. Como está EU puede lograrlo, la cuestión está en que las leyes y la justicia se lo permitan.