Por la manera en que se han hecho las cosas en forma y fondo se veía venir una reacción del exterior, independientemente de las muchas que se han manifestado al interior del país, sobre la reforma al Poder Judicial.
Es un asunto de la mayor importancia y no se resuelve con declaraciones. Seguramente en EU y en muchos países con relación directa con México han hecho un análisis minucioso sobre la reforma.
La han revisado renglón por renglón porque saben la importancia que tiene para sus inversiones y su relación con el país el Estado de derecho. Éste es uno de los casos en que el Gobierno no puede apelar a que tiene otros datos o que todo está pensado para fortalecer la legalidad en el país.
Las no muy queridas calificadoras no hacen sus análisis en función de las ideologías de los gobiernos. Hacen un trabajo minucioso porque son consultadas por las principales empresas del mundo y por los gobiernos para tomar decisiones de enorme relevancia. Se trata de tener una opinión autorizada para saber dónde invertir y dónde no y, para ello, no solamente tiene que ver la rentabilidad, sino también las condiciones que cada país ofrece.
La preocupación externa por lo que puede pasar con la reforma tuvo ayer uno de sus momentos climáticos con el mensaje del embajador de EU en México, Ken Salazar. El diplomático se ha manejado buscando una buena relación con nuestro país tratando en muchas ocasiones de pasar por alto temas que ha optado por intentar resolverlos en el cara a cara por más que sean muy apetitosos para los medios.
Es evidente que en esta ocasión no lo pudo hacer. No hay manera de pasar por alto la reforma, por lo que significa para la relación bilateral, a la vez que tenía que responder ante las muchas presiones internas en su país, las cuales van creciendo y se pueden convertir en tema de campaña. En EU diferentes directores de empresas le han pedido al Gobierno que haga valer su “preocupación”.
Otras de las “preocupaciones” vienen de organismos internacionales a los cuales se les ha respondido con el mismo discurso. La lectura que se ha venido haciendo es bajo el terreno de la ideologización presentando argumentos como el que no pueden entrometerse en los asuntos internos del país.
Es cierto que tenemos que apelar a nuestra soberanía; sin embargo, como parte del mundo y de relaciones mutuamente dependientes con muchos países, las reglas del juego tienen que ser establecidas a partir de consensos que permitan mantener condiciones favorables para las partes sin pasar por alto la defensa de nuestros intereses.
Se ha menospreciado la opinión de diferentes sectores de la sociedad mexicana y del exterior. El Presidente ha llamado “paleros” a las y los trabajadores del Poder Judicial que se han venido manifestando estos días, el siguiente paso es que vayan en contra de ellos.
La situación tiende a complicarse. El final de fiesta presidencial pudiera rebasar al Gobierno y particularmente al Presidente. La futura mandataria no puede únicamente con su discurso atemperar los ánimos.
Echaron a andar una maquinaria para defender la reforma sin atender las consecuencias. A López Obrador no le importaron las opiniones en contra de la reforma, porque pensó que eran en su contra.
Las preocupaciones son para atenderse. No van a diluirse con una narrativa, porque el problema es el contenido de la reforma. La preocupación está en el hoy, pero sobre todo, lo que puede venir.
No descartemos escenarios de alto riesgo empezando por las decisiones que pudiera tomar el Presidente. Por lo pronto, ya se vio que van a colocar a las y los trabajadores del Poder Judicial contra las cuerdas.
RESQUICIOS.
En medio del vendaval de reformas se aprobó en comisiones que la Guardia Nacional forme parte de la Sedena. En medio de las contradicciones oficiales Ernesto López Portillo anota: “Es como aventar quizá la política federal de seguridad a cuarto oscuro y cerrado… La Sedena no dialoga, no discute, no explica no justifica…”.