López Obrador conoce los vericuetos del poder y su uso discrecional. El Presidente sabe de los intereses y ahora como inquilino de Palacio Nacional debiera tener una mirada integral.
El gran reto es cómo gobernar teniendo toda la información, haciéndolo bajo un espíritu democrático, plural y autocrítico. El mandatario ha dicho que “sabe todo lo que pasa en el país; un Presidente tiene toda la información”. Bajo esta premisa su capacidad de maniobra y su responsabilidad es todavía mayor.
La legitimidad y la fuerza que tiene López Obrador han sido aprovechadas al máximo en sus actos de gobierno y particularmente a través de su discurso. Todo esto no lo hace infalible, por lógicas razones a menudo se equivoca y también a menudo plantea situaciones que son distintas a la terca realidad, no es casual que se interpreten de innumerables formas su “tengo otros datos”.
En diferentes ocasiones hemos planteado que al gobierno y a su Presidente no se les da la autocrítica. Por más que se planteen situaciones con datos y elementos concretos que muestran una visión distinta de lo que se dice y se asegura, desde el sector oficial no reculan, no se acepta la equivocación.
Un campo que exhibe estas tendencias está en los temas de seguridad y energía. La gestión evidencia una mirada unilateral de las cosas. En estas áreas hemos vivido bajo pendientes históricos, pero pretender acabar con el pasado de tajo no lleva a ningún lado y más bien se va perdiendo la posibilidad de construir escenarios que puedan darle al sector un presente-futuro; así como no todo ha estado bien tampoco todo ha estado mal.
Al pasar todo por el Presidente se ha dado una especie de imitación y silencio colectivo de su gabinete. Pareciera que nadie tiene iniciativa y que a menudo prevalece caminar sin la más mínima crítica y autocrítica hacia todo lo que tiene que ver con quien concentra el poder como hace mucho tiempo no sucedía.
Una de las explicaciones podría tener que ver con que el Presidente entiende y traduce los anhelos y la visión del “pueblo”. No hay duda de que efectivamente entiende lo que pasa entre un amplio sector de la población.
Sin embargo, la sociedad se construye y desarrolla a través de diferentes sectores, los cuales para la gobernabilidad y el desarrollo de quienes la dirigen debieran resultar estratégicos. Se gobierna en función de un todo el cual incluye a la oposición y evidentemente a la muy fustigada crítica que viene de los medios, empresarios, académicos e intelectuales.
Da la impresión de que mientras no haya una sacudida, el gobierno difícilmente tendrá una visión más amplia de las cosas. La elección se ha venido convirtiendo en un momento importante, porque podría ser un elemento que eventualmente pudiera llevar al gobierno, señaladamente al Presidente, a observar la situación del país bajo otra perspectiva, sin dejar de atender la propia, que le permita una gobernabilidad integral y de mayor cohesión.
Las elecciones son importantes en sí mismas, pero bajo las actuales condiciones pudieran ser un detonante que permita ensanchar la visión de país que en este momento no se aprecia en el gobierno.
Morena no va a sufrir un gran revés. Lo que puede ocurrir es que pase por una sacudida que lo lleve a preocuparse por gobernar más que por increpar, fustigar o señalar al pasado y a los “adversarios”.
Dos elementos podrían sacudir al gobierno: un resultado electoral que no le sea del todo favorable y la autocrítica que en Morena se puede dar por las muchas inteligencias que la conforman.
Las elecciones como enigma, referéndum, momento único y posibilidad de una sacudida colectiva.
RESQUICIOS
No tiene sentido que el Legislativo convoque a parlamento abierto para que no tome en cuenta la opinión de especialistas. Esto va por la aprobación, sin atender otras voces, de la creación del padrón de datos biométricos de usuarios de celulares.