Una relación improbable

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

A algunos gobiernos les incomodan los organismos internacionales y nacionales. No les gusta que se les diga cómo ven las cosas, consideran que están metiéndose en asuntos internos que no son de su incumbencia.

Lo paradójico es que muchos gobernantes en sus tiempos de oposición tenían a las ONG como un referente de su crítica y discurso político.

Si bien diferentes organizaciones merecen la crítica, al final va quedando claro cuáles deben ser atendidas y cuáles son confiables. En muchas ocasiones se les desacredita porque son observadoras y críticas de lo que pasa en los países, lo cual termina por no gustarle a los gobiernos.

En los últimos años el Presidente ha buscado desacreditar a diversas organizaciones sin reparar en la labor que hacen. Está pasando por alto que en muchas ocasiones diversas ONG le fueron útiles para el diagnóstico y la crítica no sólo a los gobiernos que le antecedieron, también le fueron importantes para el conocimiento de la dinámica cotidiana del país.

Pareciera que toda organización que no es empática con el Presidente es merecedora de sus señalamientos. Esta percepción ha sido una constante que ha imposibilitado cualquier tipo de relación que pudiera llevar a ensanchar los terrenos de la gobernabilidad.

Las ONG surgieron como una respuesta democrática de la sociedad en función de la necesidad de participación civil y del seguimiento analítico de las actividades de los gobiernos. Durante años hemos vivido bajo escenarios en donde la evaluación de los gobiernos la acaban haciendo los propios gobiernos o los congresos con la mayoría de esos gobiernos.

Las ONG introdujeron nuevos mecanismos para el seguimiento del poder y en particular de los responsables de la gobernabilidad. Entramos en terrenos en los cuales los gobiernos tenían y tienen que responder por la transparencia, rendición de cuentas, por la pluralidad y por muchos otros factores que a lo largo de mucho tiempo quedaban al interior de los gobiernos, los cuales se distinguían por la opacidad y la discrecionalidad.

Las ONG han venido siendo un elemento externo de crítica y análisis. En la medida en que se entienda su función deberá quedarle claro a los gobiernos que lo que se pretende es apuntar hacia una mejor gobernabilidad a través de la difusión de la investigación y el análisis.

El Presidente no ha querido sentarse con ONG que, sin duda, tienen crédito y respeto. De antemano las ha desacreditado colocándolas invariablemente como uno más de sus adversarios. No hay duda que diferentes ONG transitan en terrenos cuestionables; sin embargo, a estas alturas por más que se hayan creado una buena cantidad de especulaciones y leyendas la sociedad tiene claro cuáles de estas organizaciones merecen la atención, credibilidad y respeto.

Un ejemplo que puede mostrar cuál ha sido la estrategia del gobierno ante organizaciones sociales es la respuesta que le han dado a las madres y padres de niños con cáncer. Se ha optado por una interpretación política, particularmente desafortunada en la persona del afamado vocero, por encima de un drama familiar y social.

Los gobiernos no pueden soslayar que las sociedades se han venido transformando, han tomado conciencia a lo que se suma que muchos de sus ciudadanos han entendido la importancia de una participación activa en el desarrollo de sus entornos.

Desalentar la participación ciudadana atrofia la gobernabilidad y termina por ser sinónimo de gobiernos cerrados que asumen que el desarrollo de un país empieza y termina en ellos.

Lo que no se ha dado no se dará.

RESQUICIOS

El titular de la Defensa ya es parte de la ecuación política, ayer dijo que “comentarios tendenciosos” buscan alejar a las FA de los ciudadanos, habrá que conocer qué significa “comentarios tendenciosos”. Ayer también Morena propuso una reforma para evitar las resoluciones de la Corte. La CNDH, en tanto, bajo el síndrome de “a sus órdenes jefe”; esto es lo que se viene.

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