El reto será cohesionarnos

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Javier Solórzano Zinser
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El gran reto para quien gane las elecciones será encontrar la manera de que el país esté cohesionado. Nadie pide uniformidad, lo que se tiene es una imperiosa necesidad de buscar puntos de encuentro.

Lo que hemos vivido estos años ha sido una gobernabilidad parcial. Se ha gobernado para un sector amplio de la población que es claro que vive en la adversidad; sin embargo, se ha pasado por alto a sectores que son fundamentales para la economía y desarrollo a los cuales se les ha cuestionado y señalado.

De la noche a la mañana las clases medias fueron severamente criticadas desde el púlpito acusándoles de aspiracionales, como si los intentos de tener mejores condiciones de vida fueran inadmisibles. El Presidente terminó por ser más crítico con las clases medias que con aquellos que llamó “mafia del poder”, los cuales se convirtieron en asesores y entraban jubilosos por las puertas de Palacio Nacional, hecho que de alguna manera los convirtió en privilegiados, porque es cuestión de revisar la gran cantidad de organizaciones sociales que intentaron ser recibidas por el mandatario y nomás no pudieron.

Se entiende que con los antecedentes que se tienen en otros sexenios el Presidente optara por reunirse lo menos posible con ciertos sectores, quizá intentando evitar la especulación de “acuerdos en lo oscurito”.

Como fuere, López Obrador tenía ante sí la posibilidad de hacer público todo lo que pasara al interior de Palacio, lo cual al paso de los días nos dimos cuenta de que no había necesidad de ello, porque solamente recibió  con quienes tenía empatía el mandatario.

A lo largo del sexenio no hubo una sola reunión con la oposición, como si recibirlos o tener negociaciones fueran signos de debilidad o de contubernio. El Presidente en campaña dijo que iba a tener las puertas de Palacio abiertas, lo cual nos fuimos dando cuenta poco a poco que no sería así.

La construcción cotidiana de la democracia no puede basarse en el centralismo. Los derechos de las minorías son parte fundamental de los acuerdos, porque en la medida en que éstos existan asociarse fortalece e integra.

Quien gane el domingo tiene que atender este asunto. Es de primera importancia verlo de manera integral para evitar que la gobernabilidad termine por encerrarse en cuatro paredes o que sólo se escuchen las voces dóciles de quienes rodean al gobernante.

La sociedad mexicana es cada vez más exigente, demandante y quiere ser escuchada. Es cuestión de salir a la calle a lo largo del país y ver cómo los ciudadanos se manifiestan por todo tipo de demandas, se puede llegar al extremo, porque no les queda de otra, sin pasar por alto los usos políticos que algunos hacen de ello.

Claudia Sheinbaum va a seguir con la política del Presidente López Obrador en caso de ganar. No tendría por qué no hacerlo, porque pertenece al mismo pasado y presente de lo que llaman la 4T. Lo que sería lamentable es que siendo una académica reconocida y a sabiendas de que la actividad de una investigadora se basa en el diálogo constante y la intercomunicación, termine también por cerrar las puertas de Palacio y sólo abrirlas para aquellos con los que se tiene empatía.

Como una prioridad se tiene que establecer una comunicación distinta con la sociedad. López Obrador estableció las mañaneras como mecanismo de información, pero sobre todo, como una tribuna para defenderse y señalar a quienes no están con él, estos días ha vuelto a insistir que son tiempos de definición, o sea, estás conmigo o estás contra mí.

Desde el primer discurso de quien resulte ganadora o ganador sabremos si está imbuido de democracia, pluralidad y comunicación para integrar y gobernar y seguir ahondando más las diferencias.

RESQUICIOS.

En el fin de fiesta las dos candidatas a la Presidencia dijeron lo mismo. La disyuntiva es la democracia o el autoritarismo enarbolando ambas, obviamente, a la democracia. En el fondo está la pluralidad y la integración como divisa para gobernar digan lo que digan.