En la tardanza está el peligro

QUEBRADERO

Javier Solórzano Zinser
Javier Solórzano Zinser La Razón de México

Pasó lo que tenía que pasar. La puesta en marcha de nuevo del semáforo rojo, sea “intrascendente” o no, en la CDMX y Edomex se veía venir desde hace semanas.

Si no se hizo antes se debió al cuidado que las autoridades tuvieron con la economía y a un conjunto de presiones.

Lo que es un hecho es que existe un consenso de que se tomó la medida de manera tardía. Está muy claro que los cierres masivos tienen un muy alto precio, son un recurso al límite, llegan cuando ya no queda de otra que hacerlo.

Sin embargo, no necesariamente resuelven los problemas centrales que estamos enfrentando ante la pandemia. Si bien pueden reducir el número de contagios si el cierre masivo no va acompañado de medidas colaterales lo que va a pasar es que eventualmente bajen los contagios, pero en cuanto se le coloque otro color al semáforo vamos a terminar en donde estábamos.

Quizá para el 3 de enero hayan bajado el número de contagios como pretende la autoridad, pero en cuanto se restablezcan las actividades seguramente entraremos de nuevo en un incremento de contagios y muertes.

Por ahora no hay tiempo de saber si las medidas puedan resolver nuestros graves problemas en un periodo de 23 días. Diversos especialistas, a los que no han escuchado, han insistido, lo hicieron también en su momento, que el semáforo rojo se debió aplicar desde marzo.

El Gobierno ha sido, por momentos, confuso con sus mensajes. Hemos pasado por procesos en los que se minimizó la pandemia hasta llegar ahora a un discurso de gran preocupación, particularmente del Presidente.

Todo aquello de “abracémonos”, “tenemos controlada a la pandemia”, “en unos meses estaremos bajo otras condiciones”, junto con todo lo que se ha venido diciendo, ha confundido a la población.

No se soslaya la responsabilidad que tenemos los ciudadanos, pero tampoco puede pasarse por alto que el mensaje de la autoridad ha sido confuso y ha provocado diversas interpretaciones.

Un tema tan sencillo como el cubrebocas se fue convirtiendo en un asunto político que, en el absurdo, llegó a interpretarse como si fuera un elemento que limitara la libertad de expresión bajo el “no me van a callar”.

Mientras en el mundo se reconocía al cubrebocas como una alternativa momentánea mientras llegaba la vacuna, en nuestro país el vocero le ha hecho ver al Presidente desde el inicio que su uso no era necesariamente útil, pero que reconocía “que a la población le da seguridad utilizarlo”; en ésas seguimos.

El Gobierno no ha logrado integrar al país en la urgencia nacional, la polarización no ha cedido, a pesar de lo que estamos viviendo. Nos la hemos pasado con gobiernos estatales que en muchos casos han eludido su responsabilidad, mientras que para otros el tema les ha servido para enfrentarse al Presidente.

La Alianza Federalista combina una genuina protesta por la forma en la que se ha establecido a lo largo de años la relación entre la Federación y los estados, pero, al mismo tiempo, es evidente que es una clara confrontación con el Ejecutivo, con pandemia o sin ella.

Lo que en definitiva vamos a enfrentar de nuevo es otro severo golpe a la economía, es inevitable. Va a crecer la informalidad, la cual va a superar la del año pasado que fue de 23%, se calcula que este año va a alcanzar el 24.5% del PIB.

Para que se tenga una idea del problema en que estamos está el caso de Quintana Roo. Ha perdido 40% de su planta laboral y 30% de negocios.

Todo indica que viene lo peor y que las medidas para la CDMX y Edomex se les va a aplicar aquello de que en la tardanza está el peligro.

RESQUICIOS

A Aristóteles Sandoval lo venían cazando desde hace tiempo y lo sabía. En una conversación que sostuvimos hace tiempo nos decía que la posibilidad de que algo le pasara no terminaba dejando la gubernatura. Existen un gran número de preguntas respecto a su vil asesinato, todo lo que pasó corre por la impunidad y complicidad, es un asunto nacional no sólo de Jalisco.

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