Es inevitable el quién ganó y quién perdió con las decisiones del TEPJF sobre Félix Salgado Macedonio, Raúl Morón y la sobrerrepresentación.
Consideremos que lo que pasó, por más confrontaciones que se hayan dado, se insertó en el marco legal, independientemente de la afectación concreta que el desenlace tiene para Morena y el Presidente; consignemos que tenemos un marco legal, sin duda perfectible, para dirimir nuestros problemas.
Con el ambiente tan crispado hay poco espacio para razonar sobre temas que justificadamente han acaparado la atención y que en más de un sentido afectan y trascienden al próximo proceso electoral. Como fuere, el país pasó por un proceso complicado, pero con un desenlace institucional, en medio de discusiones ciertamente rudas y acaloradas, pero al final, terminamos por resolver los problemas a través del marco legal de las instituciones.
Es entendible el enojo que las determinaciones están provocando en Morena y el Presidente, pero también es importante destacar cómo el partido mayoritario caminó entre trámites legales, creyera o no en ellos, para que al final, por lo menos por ahora así parece, haya terminado aceptando la decisión de las instituciones.
Las declaraciones de ayer de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón apuntan al reconocimiento de la decisión del tribunal sin dejar de establecer que no la comparten. Sin embargo, en medio de sus contradicciones el guerrerense amenazó con “voy a ser gobernador”; vaya usted a saber qué quiso decir.
En sus debates, Morena tendrá que hacer una muy acuciosa autocrítica por la forma en que manejaron las cosas y por la defensa a ultranza que se hizo de un candidato con señalamientos profundamente delicados.
Por más que se hayan lanzado todo tipo de críticas a lo sucedido, insistimos por lo menos en Morena, se ha asumido lo inevitable y se deberá entender que las reglas del juego electoral están para cumplirse, sin olvidar que en buena medida se crearon por propuestas y exigencias concretas de quienes hoy gobiernan.
Otro de los temas que tendrán que ponerse en la mesa en el partido del Presidente es la confusión en la que se metieron respecto a la delimitación de responsabilidades sobre los multicitados informes de precampaña, tanto Salgado como Morón aseguran que en el partido no se les dijo que lo tenían que hacer lo cual, por cierto, no los exime de su responsabilidad.
El desarrollo de estos lances debiera ser un llamado de atención al Presidente y su partido. Por más prisa que se tenga para instrumentar el proceso de cambio que encabeza López Obrador existen reglas, convenciones y leyes que determinan los procesos de nuestra sociedad, los cuales nos rigen y organizan.
La mañanera de ayer fue ocasión para lanzar todo tipo de críticas a la decisión del tribunal. Muchas de las expresiones no tienen que ver ni con el estado de las cosas ni con las leyes que nos rigen. El Estado de derecho no puede manejarse con discrecionalidad, porque en el fondo estaríamos siendo gobernados bajo criterios coyunturales y, sobre todo, bajo ópticas en las que quienes detentan el poder lo hacen como si tuvieran la razón histórica.
El gobierno legítimo tiene en la legalidad su razón de ser, es a esto a lo que se debe. Es lo que le otorga la representación de una sociedad integral, se gobierna para todos lo que incluye a las muchas veces fustigadas minorías.
Reiteramos, tiene lógica plantearse quién ganó y quién perdió y más bajo la crispación en la que andamos. Pero tiene más sentido destacar que prevalecieron las instituciones y el Estado de derecho.
Veremos si se aprendió colectivamente de un muy interesante y peliagudo lance.
RESQUICIOS.
El exembajador de EU en México planteó con diplomáticos su visión del Presidente. Efectivamente “no nos van a dictar desde el extranjero lo que tenemos que hacer”. Sin embargo, varias de sus afirmaciones están en el imaginario colectivo.