Migrantes

ELUCIDACIONES

Jorge Camacho&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Jorge Camacho *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Una nueva crisis de migrantes se ha desencadenado en nuestro país. En esta ocasión, a consecuencia de la salida de nutridos contingentes de Haití. Las medidas impulsadas por Estados Unidos y México son un fracaso.

Baste recordar las lamentables imágenes de la represión de migrantes por parte de la Guardia Nacional y agentes de migración en la frontera sur. Los haitianos no abandonaron su patria por gusto. La dejaron por necesidad. Cualquier persona tiene derecho a procurar mejores condiciones de vida para ella y para su familia. En estos momentos, los desplazados se encuentran en Ciudad Acuña, Coahuila, tratando de pasar a Del Río, Texas. Las imágenes evidencian las circunstancias en las que viven: debajo de un puente, sin agua ni víveres, apenas aprovechando la primera oportunidad para cruzar el río Bravo. Una vez en la otra orilla, agentes de la Border Patrol los embisten con sus caballos, golpeándoles con las reatas. Regresan humillados, vergonzantes, lastimados. Alguien les comentó que serían tratados de manera humanitaria. Nada de eso. Despreciados allá y aquí. La crisis de los migrantes haitianos es una crisis humanitaria. México es el patio trasero de Estados Unidos. México trata a los migrantes haitianos como invitados indeseables. Las circunstancias en Ciudad Acuña y en Del Río cada día empeoran. Es inevitable pensar que el desprecio de que son objeto los migrantes aumente con el paso de los días. Ciudad Acuña está desbordada. No puede hacer frente a la avalancha humana. Desbordados, parece previsible la irrupción del racismo. El otro no sólo es despreciado por ser migrante, sino por ser diferente. La situación se antoja un polvorín.

El gobierno estadounidense amplía hasta el 21 de octubre la fecha para liberar los pasos fronterizos, restringidos ahora a actividades esenciales. Hay once mil haitianos en Ciudad Acuña, más los que van llegando. Desde Texas salen aviones para regresarlos a su país. La tragedia humana es tratada con indiferencia o saña. Los haitianos se suman a los centroamericanos en busca de oportunidades. La migración es un problema sin solución si no hay complicidad y cooperación entre los gobiernos. Cada migrante es una historia trágica, todos juntos una gran tragedia que afea la incompetencia de los gobiernos. La utopía acordada es financiar a los países de origen para evitar el trasiego de migrantes. Pero es sólo una utopía, reiterada en cada reunión de alto nivel pero siempre pospuesta. Estados Unidos no ha querido invertir en aquellos países que expulsan a sus habitantes porque son incapaces de ofrecerles un futuro. Sin embargo, es la solución más sensata si se quiere evitar el flujo migratorio que se incrementa día con día. En la actualidad, México debe atender a los migrantes llegados a Ciudad Acuña, y debería hacerlo con respeto a los derechos humanos.

La migración es un problema complejo que se agrava a cada momento. Es natural que un ser humano quiera cambiar de país si tiene mayores oportunidades en el de acogida. Pero también la migración ilegal genera problemas en los países de paso o de acogida. Parece oportuno atender a estas coyunturas. De momento hay un problema grave de índole humanitaria que México debe resolver. No se trata de expulsar a los migrantes sino de encontrar una fórmula que proteja su derecho a una vida mejor.

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