Hasta ahora y según los últimos datos disponibles de la UNESCO, el confinamiento por la pandemia del Covid-19 ha afectado a mil 570 millones de estudiantes, debido al cierre de las escuelas en más de 190 países.
Sin duda la educación en línea ha representado un gran reto para profesores y alumnos, pero también ha demostrado la desigualdad educativa cuando de tecnología se trata, pues muchos estudiantes no cuentan con energía eléctrica y mucho menos con computadora o Internet; sin dejar de lado que ha representado un gran peligro para las niñas, niños y adolescentes, debido al mal uso de las redes sociales.
El confinamiento ha provocado un aumento significativo en los delitos cibernéticos, como el acoso sexual, la transmisión en vivo de violencia sexual infantil, así como la producción y distribución de pornografía infantil.
Radamés Hernández Alemán, director del Centro de Respuesta a Incidentes Cibernéticos de la Dirección Científica de la Guardia Nacional, comentó que durante marzo y abril, la pornografía infantil aumentó un 73%.
En el panel “Efectos Secundarios de la Crisis por el Covid-19: Cibercrimen”, organizado por Causa en Común, se dijo que el ciberacoso, de acuerdo a la UNICEF, es el acoso o intimidación que se da por medio de las tecnologías digitales mediante redes sociales, juegos, teléfonos móviles o correos electrónicos, cuya exposición en las últimas décadas ha llevado a que millones de niñas, niños y adolescentes sean víctimas de esta práctica.
Sostuvieron que esta situación se repite debido a la falta de supervisión de los padres, el aburrimiento de los menores ante el confinamiento, que lleva principalmente a las adolescentes a realizar sexting, que es la práctica de compartir fotografías de contenido sexual, y que ha tenido un importante y peligroso incremento, porque algunos de estos materiales son usados de manera inadecuada, haciéndolos virales a través de páginas de pornografía, además de ser utilizadas como forma de acoso y también de extorsión.
“El video y las fotografías tienen agazapados a los adolescentes cuando entran en las entrañas del Internet, y poco o nada se puede hacer. Los ciberpedófilos se encargan de distribuirlos en todo el mundo. Nuestros hijos y nosotros como padres nunca podemos volver a dormir igual”, me compartió Ángela, madre de una víctima.
Existen nuevas redes sociales que al día de hoy tienen más de 500 millones de usuarios, superando a las ya existentes y que se convierten en un imán para niñas, niños y adolescentes, trayendo con ello consecuencias previsibles.
Cuando un adolescente entra a estas redes, otorga su consentimiento y accede automáticamente a su nombre, número de teléfono, dirección de email, biografía y fotos de perfil, lo que los hace vulnerables y presas fáciles de pederastas.
Es importante que los padres de familia dialoguen con sus hijos de los riesgos que hay en las redes de moda, a fin de evitar casos de abuso, extorsión, robo, secuestro y pornografía infantil.
Sin miedo a explicarles que todo lo que se suba a redes sociales o a exhibir su cuerpo vulnera su integridad, pone en riesgo su seguridad y también la de su familia.