Rompamos la brecha de género

En México ha llegado el momento de impulsar, aún más, la alternancia de género en todos los cargos públicos.

Hasta ahora sólo 14 mujeres han ocupado el cargo de gobernadora en 26 años, mientras que los hombres lo han hecho 166. De las 32 entidades federativas, 18 han sido gobernadas exclusivamente por hombres: Baja California Sur, Coahuila, Chiapas, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León

Oaxaca, Querétaro, San Luís Potosí, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz.

Por ello, junto con la senadora Claudia Anaya, presentamos una iniciativa para reformar el artículo 116 constitucional en su fracción I, con la intención de garantizar la alternancia en cada periodo electoral.

La propuesta busca establecer que “la elección de gubernaturas de los estados de la República deba ser alternada entre hombres y mujeres en cada periodo electivo. De igual modo, contempla que este precepto se aplique para el caso de la designación de gubernaturas sustitutas, interinas o provisionales”.

La iniciativa turnada a las comisiones de Puntos Constitucionales, para la Igualdad de Género y de Estudios Legislativos Segunda del Senado, destaca que la alternancia se convertiría en una base obligatoria que garantice la oportunidad de gobernar a las mujeres.

Es indispensable armonizar el principio de paridad y alcanzar una igualdad real de oportunidades en el goce y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres, y para eso se requiere elevar el principio de alternancia de género a nivel constitucional en la renovación de las gubernaturas de los estados.

Con ello no pretendemos eliminar los derechos políticos electorales de los hombres, sino que haya equidad e igualdad de oportunidades.

Actualmente son nueve las entidades donde gobiernan mujeres: Aguascalientes, Chihuahua, Quintana Roo, Estado de México, Colima, Baja California, Guerrero, Tlaxcala y Campeche. El resto de las 23 entidades son gobernadas por hombres.

La alternancia política de género no sólo representa un hecho histórico, sino que rompe los techos de cristal, los clubes de Tobi, el patriarcado y la misoginia.

De lograrse la aprobación de esta reforma habrá entonces un avance para las mujeres en la política.

No se trata sólo de ocupar cargos públicos por el hecho de ser mujeres, sino porque tenemos derechos políticos electorales, porque tenemos la capacidad para gobernar y para servir a la ciudadanía.