Adriana Dávila, sacudir al PAN

MARCAJE PERSONAL

Julián Andrade*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Julián Andrade
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Adriana Dávila quiere ser la presidenta del PAN. Puede serlo. Tendrá que enfrentar a toda una estructura, anquilosada en ese partido, que respalda al diputado Jorge Romero.

La maquinaria ya está funcionando. Se van alineando liderazgos en respaldo de Romero, para que nada cambie. El asunto es que no hay condiciones para que esa dinámica prospere.

Dávila, conocedora del asunto, de los resortes que activan a la burocracia, les apuesta a los militantes que han perdido presencia y voz en las decisiones de los años más recientes.

Está convencida de que tiene que ir a buscar a los panistas, y eso es en lo que pondrá todo su empeño en las próximas semanas. Primero, juntar firmas, y luego, ganar la contienda interna.

A fin de cuentas, sabe que está ante una contienda interna difícil. Pero intuye, de igual forma, que éste puede ser su tiempo.

Además, entre panistas las cosas nunca son seguras. En el pasado, Felipe Calderón jugó contra la lógica interna, primero para alcanzar la dirigencia y años después, para lograr la candidatura a la Presidencia de la República. Ya sabemos lo que ocurrió en ambos casos.

Dávila tiene proyecto y éste se estructura en la democratización interna, el fomento a la participación de la militancia, el enfoque municipalista y la recuperación de los valores.

“Hay que sacudir al PAN”, para evitar que se convierta en un partido testimonial, sostiene quien ha trabajado en la administración pública y ha sido diputada y senadora de la República.

Con tres décadas de militancia, la que inició cuando todavía no se saboreaban las mieles del Gobierno federal, quiere un partido que tenga legitimidad social y decencia pública. Una especie de roca de granito que pueda resistir la etapa que ya inició en el país, donde el debilitamiento de la democracia y la vida institucional es algo más que una hipótesis, es una realidad.

De ahí que la defensa de la democracia también tenga que pasar por el propio partido. No se puede ser “candil de la calle y oscuridad de la casa”. La participación, en la toma de decisiones, es pieza clave de la revitalización interna.

De ahí que Dávila busque recobrar los valores del panismo, defender lo que se hizo bien en el pasado.

Confía en que su mensaje despierte a esos panistas que son como ella, que han caminado calles y colonias buscando el voto y en no pocas ocasiones, en circunstancias más que complejas.

Como tlaxcalteca ya experimentó lo que es luchar contra dinámicas caciquiles y donde el sufragio es mayoritariamente de izquierda. Tiene la destreza para nadar contra la corriente y dar resultados.

Sólo conocemos el pasado, es una verdad severa, pero no es fantasioso imaginar que una mujer como Dávila se imponga y conduzca al panismo en una época que, por necesidad, tendrá que ser de definiciones. Ya levantó la mano y es apenas el principio de algo más grande.