La avalancha en el Tribunal Electoral

MARCAJE PERSONAL

Julián Andrade*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Julián Andrade
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Jugar con fuego. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tendrá que realizar sus dos tareas más relevantes, el cómputo definitivo y la declaración de validez de la elección y Presidenta electa, incompleto, llamando a una magistratura decana de las Salas Regionales para completar el quorum que marca la ley.

Es insólito lo que lo que está ocurriendo, pero hay responsables directos: los senadores de Morena que se negaron a realizar dos designaciones a partir de las ternas que elaboró la Suprema Corte de Justicia desde el año pasado, cuando terminó el encargo de los magistrados Indalfer Infante y José Luis Vargas.

Este primer obstáculo se librará, pero dejando serias dudas sobre un procedimiento que es inadecuado, en un momento en el que se requiere de profesionalismo. Si el resultado de la contienda hubiera sido cerrado, estaríamos en una crisis de proporciones mayores.

Pero, como suele ocurrir, todavía falta lo peor, porque en octubre concluyen su periodo los magistrados Reyes Rodríguez Mondragón y Felipe Fuentes Barrera, y la Sala Superior quedará sólo con tres integrantes, la presidenta Mónica Soto, Janine Otálora y Felipe de la Mata.

Para que el Pleno de la Sala Superior pueda sesionar, de modo ordinario, se requiere de al menos cuatro magistrados, que todavía tendrán que resolver las impugnaciones sobre las gubernaturas y toda una serie de juicios derivados del proceso, los que pueden demorar hasta diciembre, dependiendo de las tomas de posesión de los próximos mandatarios estatales.

El Tribunal Electoral se ocupa, de igual forma, de los problemas que puedan surgir de los relevos en las dirigencias de los partidos políticos.

Como la displicencia es lo que ahora impera, es probable que los senadores no hayan reparado en el embrollo que se generará, sobre todo porque el ánimo ya se concentra en aprobar la Reforma Judicial y no en ceñirse a los procedimientos que marca la prudencia política y la ley.

Las dudas son múltiples. Por ejemplo, el Pleno de la Corte, que es a la que compete elaborar las ternas respectivas, que a estas alturas tendrán que ser cuatro, si no se mantienen las que ya se aprobaron, ¿estará en condiciones de hacerlo?

No es un tema menor, porque también en octubre, si los planes del Presidente López Obrador se cumplen, ya lo que se haga o deje de hacer tendrá el carácter de lo provisional, debido a que el foco de atención será la elección popular de los próximos ministros.

Es factible que las designaciones de magistrados sean sólo por unos meses, ya que la integración de la Sala Superior también se definirá por votación popular.

Estará presente la tentación de no hacer nada, pero eso entraña riesgos.

¿Minucias ante el tamaño de lo que está por ocurrir? Quizá, pero vale la pena tener presente que las avalanchas inician con pequeños desprendimientos que, sumados entre ellos, se vuelven incontrolables.