El PRD y su naufragio

MARCAJE PERSONAL

Julián Andrade<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Julián Andrade*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

Una de las consecuencias del triunfo arrollador de Morena y del desempeño errático de la oposición, es que el PRD se quedó sin registro.

De modo responsable, aunque poco pragmático, los perredistas quemaron las naves en defensa del sistema democrático y respaldaron, sin matices, a Xóchilt Gálvez.

Supusieron que la izquierda socialdemócrata lograría sortear la barrera del 3 % de los votos para mantener el registro, pero la propia dinámica de las campañas hizo que la historia fuera por otro lado.

Plantearon un escenario de finura, con votos cruzados, pero los votantes no entendieron ni valoraron la presencia de una cofradía de reformistas que apenas encajaban con las maneras del PAN, la operación del PRI y las agrupaciones ciudadanas, muchas de ellas lejanas de la agenda progresista.

Porque si se analizan los datos, el millón 100 mil votos que obtuvieron, se verá que al PRD sólo lo respaldaron los suyos, o acaso ni eso, porque no se percibe que los sufragios conseguidos por el Frente Cívico hayan significado cruzar el emblema del sol azteca.

Ya les había pasado en 2018, cuando fueron en alianza también con el PAN y su candidato Ricardo Anaya. En aquella ocasión, el millón 600 mil votos era ya una advertencia más que notoria de que algo no estaba funcionando.

Hace seis años tenían opción, pudieron jugársela en solitario y medir así la realidad, sin distorsiones, de su propia fuerza. Gobernaban la Ciudad de México, Morelos, Quintana Roo y Michoacán, y tenían fuerzas legislativas decorosas.

En el horizonte ya se dibujaba un panorama incierto, porque todas las mediciones indicaban que Morena triunfaría, pero al desplazarse a la derecha, el perredismo se quedó sin causas y el triunfo de López Obrador hizo el resto.

La política conduce, a veces, a callejones sin salida. Es lo que le ocurrió al PRD seis años después de aquella derrota. Pero esta vez, la urgencia de lo que estaba en juego era la supervivencia del sistema democrático, que ayudaron a construir a lo largo de una larga etapa de reformas sucesivas, que se pueden datar desde los años setenta.

Hicieron lo correcto, no cabe duda, Jesús Zambrano y los suyos, en sumarse al bloque de contención legislativa, el participar en Va por México en el 2021 y el transitar a la elección presidencial del mando del PAN, PRI y diversos grupos ciudadanos este año, pero el costo que pagaron es altísimo.

Perdieron el registro, un registro, por cierto, que provenía del Partido Comunista y por el que los que se fueron por anticipado, casi todos expriistas, no tuvieron que sudar ni defender.

Un detalle, si se quiere, pero que da cuenta de la historia de la izquierda y, de modo particular de la reformista, la que se quedó en el filo y tendrá que reinventarse de algún modo.

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Javier Solórzano Zinser