Hay en California cerca de 165 mil inmigrantes indígenas mexicanos y se estima que su población va en aumento.
La mayoría de ellos vive en Estados Unidos sin documentos y trabaja en los campos del estado: son las espaldas dobladas que recogen el fruto de la tierra, viven en condición de pobreza, expuestos a los pesticidas del campo y a los rayos del sol. El 80% de ellos no habla inglés ni español.
El idioma, la cultura y la miseria los marginan, por eso son Los Olvidados.
El condado de Ventura, al norte de Los Ángeles, se estima que viven y trabajan unos 20 mil mixtecos. Hace un tiempo conocí a una de ellas.
Inocencia llegó al lugar de la entrevista caminando junto a su hija y su nieta. Aunque invisible, vino también con ella la depresión que le atormenta desde hace cuatro años. Ella sólo habla mixteco y entiende poco español. Su hija Norma fue quien tradujo en nuestro encuentro.
En 2003, Inocencia emprendió desde Oaxaca el camino hacia el norte con su esposo y un bebé en brazos. En California trabajaron en la pizca de la fresa y tuvieron más hijos juntos. Cuando tenían seis niños en total, su esposo regresó a México: su madre había enfermado y él sintió la obligación de volver.Nunca más supo de él. Ni una llamada, ni una carta, ni un rumor. Sólo el recuerdo.
Norma dice que a partir de ahí su madre empezó a sentirse mal. A Inocencia la invadió la tristeza y los médicos la diagnosticaron con depresión severa.
“A veces me despierto y no sé qué día es, no sé quién soy, ni en dónde estoy, ni que estoy haciendo”, me dijo.
Sufría por la ausencia de su esposo. Hoy, ya no sabe qué es lo que tiene. La nostalgia es pesada y misteriosa. Peor aún en su idioma.
Especialistas dedicados a ayudar a esta comunidad en Ventura, me explicaron que en mixteco puede ser difícil encontrar palabras para definir ‘depresión’ o ‘ansiedad’, lo que dificulta el trabajo de los médicos en el tratamiento de estos padecimientos.
A pesar de que no haya términos para nombrarlas, la depresión, la ansiedad y otras enfermedades mentales son de las 10 más comunes entre los jornaleros agrícolas de Estados Unidos, según datos del Centro Para los Trabajadores del Campo.
Gustavo Loera, investigador del tema, dice que la escasez de palabras en mixteco para algunos males, hace que exista un estigma hacia quien padece una enfermedad mental: sólo queda explicarla como ‘locura’.
Pero lo más grave de la diferencia de lenguaje es la barrera que representa para que los inmigrantes indígenas tengan acceso a los servicios de salud.
“No existen profesionales que hablen mixteco”, me dijo el Dr. Sergio Aguilar Gaxiola, académico de UC Davis. “Por eso esta comunidad no recibe atención médica, y quienes la reciben, la reciben de baja calidad por la mala comunicación que hay”.
¿Para qué ir a un doctor al que no le entiendo ni me entiende?
A Inocencia su médico le recetó unos antidepresivos que le salen muy caros, así que a veces los toma, pero a veces no. Además tendría que ir al doctor con frecuencia como parte de su tratamiento, pero ya no va porque no tiene transporte y siente que pierde el tiempo.
Por su condición médica, el gobierno le quitó a Inocencia la custodia de sus dos hijos menores.
En este ir y venir del español al mixteco, y de regreso, pregunté: “¿Confía usted en su doctor? Muy poco. ¿Le gustaría que su doctor hablara mixteco? Sí”.
¡Qué diferente sería todo! Si tan sólo alguien en este país entendiera en mixteco los tormentos en la mente de Inocencia.