Todos recordamos que Nicolás Maduro tomó el poder de Venezuela el 8 de marzo de 2013 tras la muerte del populista Hugo Chávez. Es decir, hace once años que el país venezolano se ha desquebrajado en pedazos.
Este domingo 28 de julio celebraron comicios electorales y parecía que esta vez la oposición ganaría. A diferencia de años pasados, esta vez hubo candidato de oposición, aún e imposibilitando a María Corina Machado la verdadera líder de la gente.
Pero ni las imágenes que pudimos ver en donde cientos y miles de personas salieron a las calles a expresar su hartazgo, y su urgente necesidad por hacer valer su democracia y quitar al dictador en el poder, fueron suficientes.
Las protestas en las calles iniciaron en el primer minuto que se enunció que Nicolás Maduro había ganado con el 51.2% de los votos.
Un tipo que ha destruido la economía de las familias venezolanas, que cerró el acceso a mercados internacionales, tan solo la inflación ascendió a más del 55%, ha llevado a su país a una crisis humanitaria de exilio y hambruna.
Nosotros como mexicanos ya tenemos amigos venezolanos, o sabemos de alguno que llegó a nuestro país con el objetivo de sobre-vivir de una manera distinta.
Con datos de la ONU son más de 8 millones de refugiados y migrantes, los niveles de pobreza han ido en una avalancha en materia de vivienda, protección social, educación y servicios públicos que los ubican en el último lugar de América Latina con el menor ingreso mínimo.
Esto por hacer un muy breve resumen. El populismo de Nicolás Maduro ha acabado con la vida de millones de venezolanos, los ha torturado, los ha perseguido, los ha obligado a salir del país por no opinar como él, por no aplaudir su falta de humanidad.
Por eso la gente se encendió desde que dieron los resultados en Venezuela y en cada una de las embajadas en otros países.
La gente lloraba de coraje, de impotencia; se tiraban al piso, se abrazaban ente ellos, fueron testigos de un fraude que les robó de las manos la esperanza de salir adelante, y de hacer justicia.
La fotografía del fotoperiodista Leonardo Fernández Viloria de Reuters en Venezuela es el ejemplo del abuso de poder dictado por Nicolás Maduro, el secuestrador de un pueblo entero.
La Guardia Nacional detiene a un joven que protestaba en la calle contra el actual gobierno, contra la impunidad, la injusticia y el insulto directo de un sistema a la sociedad.
Tres miembros de la Guardia contra un joven que a la visa no se encuentra armado y una mujer que lo protege y trata de proteger, mientras un guardia lo toma y lo somete.
Una escena que lleva más de 11 años, un retrato del autoritarismo, de las voces tomadas y oprimidas.
Una escena que dicta la tiranía de un hombre obsesionado con el poder y que evidencia el “baño de sangre” con el que amenazó Maduro si no ganaba.
Hay muertos durante estas protestas, se han documentado 11 pero de acuerdo a datos de Human Rights Watch superan la cifra supera más de 20.
¿A dónde se llevarán al joven? ¿La mujer podrá volver a verlo? ¿Se llevarán también a ella? Mientras tanto él ya es parte de los miles de civiles detenidos por protestar, por exigir, por gritar de hambre y de coraje.
Es doloroso ver esta imagen, atestiguar la injusticia que lleva nombre y apellido y que éste, sea apoyado por presidentes de otros países, como el nuestro.
¡Fuerza Venezuela!