Leonardo Martínez Carrizales

Elecciones anticipadas

LA MARGINALIA

Leonardo Martínez Carrizales*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Leonardo Martínez Carrizales
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) dio inicio al proceso de designación de quien ostentará su candidatura a la presidencia de la república en las elecciones de 2024. De inmediato, quien encabeza sostenida y ampliamente las preferencias del ánimo público se ha convertido en víctima de una guerra sucia por medios digitales que se conoce bien en nuestro país, salvo su perspectiva misógina y antiintelectual.

El dominio de la 4T es tan vigoroso en la vida pública del país, que todas las fuerzas políticas han obedecido el ritmo determinado por los intereses de ese complejo movimiento de organizaciones sociales, ciudadanos y partidos políticos. Dicha posición dominante parece concitar en miniatura el modelo de lo que serán las elecciones presidenciales del año próximo: por un lado, la continuidad con sello propio de una plataforma estructurada y global de gobierno y gestión pública, cuyos efectos capilares irrigan el cuerpo social, y que ya he señalado en este espacio, aludiendo a un Estado de Bienestar que repara la destrucción del tejido de la sociedad y de la esfera pública; por otro, un excanciller que se apresura en despojarse de la austeridad propia de las tareas de Estado desempeñadas hasta hace unas horas, viste playeras, visita a lectores de noticias que han atacado clamorosamente al gobierno en turno y lanza un caramelo a las “clases medias”.

De una parte, un modelo de Estado que sigue, de acuerdo con lo que deja ver su estructura de gestión pública, los principios de los derechos económicos, sociales, culturales y políticos mandatados por la comunidad internacional, y de los cuales la sociedad mexicana se rezagó espectacularmente desde los años 80; un modelo de Estado cuya continuidad y profundización se propone como condición necesaria para revertir el atraso social del cuerpo complejo de la comunidad política; de otra, la audacia mediática de quien parece aspirar a recibir el aval de los poderes fácticos de la oposición, para jugar en el interior del partido en el gobierno.

En vista de las señales que ya se advierten en los medios de comunicación corporativos, es dable pensar que los capitanes de la oposición hayan decidido fortalecer a quien con tanto afán quiere ameritarse en hacerse acreedor de su confianza. De otro modo no entiendo cómo ha podido darse cauce a una aspiración presidencial, acariciada desde hace tanto tiempo sin obligarse a presentar una plataforma de gobierno; sin haber calculado racionalmente la ventaja objetiva de quien hasta el día de hoy dirigió una ciudad, cuya magnitud y complejidad administrativa son las de un país.

Claudia Sheinbaum enfrentará en su propio partido el embate del tipo de oposición que la aguarda para el año próximo. Con todo, hay una buena noticia para la víctima de una guerra sucia en curso: su modelo de gobernabilidad, asentado en una estructura social compleja que puede proyectarse sin dificultad al territorio nacional, no será desafiado doctrinal, ideológica, políticamente por nadie en 2024, como ahora no puede hacerlo el excanciller.