Rusia sigue avanzando en Ucrania. Si bien no con los grandes despliegues, avances y ganancias que logró al inicio de la guerra en febrero de 2022, sí con un paso lento pero constante.
Durante el último mes, Rusia capturó 0.01% del territorio de Ucrania, destacando el repliegue de las fuerzas ucranianas de la ciudad (o lo que solía ser) de Avdiivka. Una parte fundamental para entender esta situación es el bloqueo de la ayuda de Estados Unidos.
Desde octubre del año pasado, la crisis legislativa en el Congreso de Estados Unidos llevó al congelamiento de los paquetes de ayuda a Ucrania, en donde el bloqueo de los legisladores republicanos, en su mayoría afines a Donald Trump, detuvo la aprobación de recursos para diferentes temas prioritarios para la administración de Joe Biden, entre ellos, el envío de apoyo económico y militar a Ucrania.
Comparado con cualquier otro país, el apoyo de Estados Unidos a Ucrania ha sido el más importante. Desde 2022, poco más de 70 mil millones de dólares han sido entregados a Ucrania (alrededor de 60% en ayuda militar, 35% en ayuda financiera y el resto en apoyos humanitarios), lo cual es casi el triple de lo que ha aportado Alemania o cuatro veces más que Reino Unido, que son los siguientes países que más han apoyado a Ucrania. El apoyo de Estados Unidos es casi tan grande como la suma comunitaria que han entregado las instituciones europeas, que son alrededor de 90 mil millones de dólares. Precisamente por ello, cuando se detuvo la ayuda, Ucrania sufrió casi de inmediato las consecuencias.
Tan sólo para resistir la ofensiva rusa a lo largo de todo el frente de guerra, las autoridades ucranianas estiman que necesitan tener la capacidad de disparar alrededor de 20 mil piezas de artillería cada día. De acuerdo con sus últimos datos, la ayuda recibida y su industria actual le permiten tener sólo 2 mil proyectiles por día. La tecnología de punta que Ucrania recibió para detener los primeros avances rusos, como los famosos Javelin, que se disparaban desde el hombro de cualquier soldado, o los avanzados sistemas HIMARS, capaces de atacar con precisión desde más de 300 kilómetros de distancia, le dieron ventaja, pero sin municiones suficientes, perdieron su efectividad.
Hoy la OTAN estima que el ejército ruso es al menos 15% más grande que al momento en que inicio la invasión. Así, en el momento en que el ejército ucraniano dejó de recibir apoyo y recursos, se mermó significativamente su capacidad ya no de tomar la ofensiva, sino de defenderse adecuadamente. Hasta muy recientes días la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó, con 312 votos a favor y 112 en contra, un nuevo paquete de ayuda a Ucrania por alrededor de 60 mil millones de dólares. El paquete es una bocanada de aire fresco para el gobierno de Zelenski, pero insuficiente para dar la vuelta a una guerra de desgaste en la que Rusia podría seguir dedicando recursos por años. Ucrania ya no es el tema más vistoso de la agenda pública, pero ahí se sigue jugando uno de los puntos más importantes del cambio de poder global. Tal vez cuando intenten rescatarla de manera más decidida, sea demasiado tarde.