El país más aislado y hermético del mundo, Corea del Norte, se ha convertido en el mejor amigo de Rusia. No es una exageración. Desde que estalló la guerra de Ucrania, el eje Moscú-Pyongyang se ha fortalecido como nunca antes, en uno más de los cambios que estamos viviendo en el balance de poder. Y esto tiene implicaciones muy serias para la seguridad y la estabilidad global.
¿Qué ha llevado a Rusia a acercarse a Corea del Norte? La respuesta es simple: la necesidad. Rusia está disparando cientos de miles de proyectiles de artillería al año en Ucrania, pero sólo tiene capacidad para fabricar una fracción de ellos. Así que ha recurrido a Corea del Norte, que tiene un arsenal enorme y obsoleto, pero que sirve para la apuesta de Putin de alargar la guerra. A cambio, Rusia le ofrece a Corea del Norte alimentos, recursos, tecnología y, sobre todo, legitimidad.
Rusia no sólo le está comprando armas a Corea del Norte, sino que también le hace propaganda. Los medios de comunicación rusos han comenzado una campaña para presentar al régimen de Kim Jong-un como un modelo de desarrollo, de libertad y de felicidad. Incluso han enviado a influencers rusas a Pyongyang para mostrar lo divertido que es viajar a Corea del Norte. Todo sea por ocultar la realidad de un país donde 40% de la población está desnutrida, donde no hay derechos humanos y donde el dictador ejecuta a sus opositores sin la menor contemplación.
Pero lo más preocupante es que Rusia podría estar transfiriendo a Corea del Norte tecnología de armas estratégicas, como misiles de largo alcance o submarinos nucleares. La semana pasada Corea del Norte pudo lanzar exitosamente su primer satélite espía, después de varios intentos fallidos. De acuerdo con las agencias surcoreanas de inteligencia, esto se debió a la asistencia técnica rusa. Esto supondría un impulso definitivo al programa nuclear norcoreano, que ya ha realizado varios ensayos atómicos y que amenaza con atacar a Estados Unidos, Japón o Corea del Sur. Si esto ocurre, estaríamos ante una crisis de proporciones catastróficas.
¿Y qué papel juega China en todo esto? Pues uno muy ambiguo. Por un lado, China es el único aliado histórico de Corea del Norte y el principal proveedor de ayuda económica. Por otro lado, China se opone al desarrollo nuclear de Corea del Norte y teme que una escalada de tensión en la región afecte a sus intereses. China no quiere estar en manos del caprichoso Kim Jong-un, pero tampoco quiere romper con él. Así que opta por la prudencia y la diplomacia.
Rusia y Corea del Norte son dos países dictatoriales que se han unido por conveniencia, pero que pueden provocar un conflicto de consecuencias impredecibles. Mientras que en Estados Unidos comienza a tambalearse la voluntad de apoyar a Ucrania, como pudo verse con el último paquete de ayuda que fue bloqueado por la oposición republicana, en Rusia la apuesta es una guerra de desgaste. La economía rusa se ha redirigido a la guerra y, sin tener que preocuparse por el resultado de las elecciones de 2024, Putin podría acabar ganando el territorio que ya ha usurpado a Ucrania sólo resistiendo. Las dictaduras no van perdiendo la partida.