Elección con instituciones al límite

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez GonzálezLa Razón de México
Por:

Si las elecciones en Estados Unidos nos tienen a todos al borde de los asientos, buena parte se debe no sólo a las características únicas de Donald Trump como presidente, sino a incentivos perversos y problemas de diseño en las instituciones democráticas estadounidenses que, de origen, son imperfectas.

A pesar de que en el imaginario colectivo de muchos las instituciones políticas de Estados Unidos son un ejemplo de solidez, fortaleza y capacidad, la realidad es que, principalmente en el tema electoral, en una gran cantidad de casos estamos ante todo lo contrario. Y precisamente los temores y miedos de muchos especialistas alrededor de lo que pasará con las elecciones de mañana se fundamentan en los múltiples vacíos y problemas institucionales.

Uno de los principales defectos de la democracia estadounidense tiene que ver con que los ciudadanos no votan directamente para elegir al presidente. Por el contrario, se trata de una elección indirecta en la que estatalmente se definen ganadores, que consiguen todos los votos que el estado va a presentar ante el Colegio Electoral e implica que los millones de votos que el segundo lugar obtiene quedan borrados en la conformación del colegio (sólo Maine y Nebraska tienen una especie de representación proporcional). Esto, junto con otros fenómenos como la sobrerrepresentación que algunos estados tienen o que los estados en los que es clara la victoria de un partido, como California para los demócratas o Alabama para los republicanos, prácticamente no importan en las campañas, hacen que la competencia electoral en Estados Unidos concentre su atención sólo en unos cuantos lugares y en unos cuantos votantes, que importan más que el resto del país. Todo esto permite que, como sucedió en 2000 y 2016, el candidato que obtiene más votos pueda acabar perdiendo en el Colegio Electoral.

A pesar de que todas las encuestas señalan que Biden supera en preferencias a Trump a nivel nacional y también en la mayoría de estados bisagra que Biden necesita, las posibilidades de que Trump se reelija no son cero. Una tormenta perfecta aún podría darle la victoria. Incluso si Donald Trump pierde las elecciones, son muchos los escenarios que aún podrían llevar al límite al sistema estadounidense, pues existe la posibilidad real de que el mismo día de la elección, aún sin los resultados definitivos (que en algunos estados demorarán debido al uso masivo del voto por correo que no se comenzará a contar hasta ese día), los medios afines a Trump y él mismo declaren la victoria republicana. También existe la posibilidad de que, concluidos los conteos y siendo derrotado, Trump simplemente declare que hubo un fraude electoral, decida no reconocer los resultados y aferrarse al poder. Lo que pasaría después de esto no es nada claro, pero las consecuencias políticas y sociales podrían ser desastrosas. Y justo estos escenarios no pueden descartarse porque las reglas del juego actuales, con sus problemas de origen y explotadas por alguien dispuesto a tensar la liga al máximo para su propio beneficio, permiten que todo sea posible. Por eso, la única predicción segura de lo que veremos mañana es ésta: la incertidumbre.