Envolverse en la bandera

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Leonardo Núñez González*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

No hay una situación tan provechosa para la popularidad y apoyo interno de un régimen como una crisis internacional o una amenaza externa (real o ficticia) que genere o requiera cohesión nacional para enfrentarlo.

En los estudios de ciencia política se ha investigado cómo estas situaciones pueden ayudar a incrementar el apoyo al gobierno, permitiéndole hacer cosas que no podría en otras situaciones y reforzando su popularidad en momentos clave, en un fenómeno que se conoce como rally around the flag (reunirse alrededor de la bandera), pero que en mexicano bien podría decirse como envolverse en la bandera.

Cuando Jimmy Carter ocupaba la presidencia de Estados Unidos a finales de los años setenta, precisamente la vulneración al principio de la inviolabilidad de las misiones diplomáticas generó un incremento sustantivo en la popularidad presidencial. Se trató del complejo episodio de la toma de rehenes en Irán en noviembre de 1979, en donde el nuevo régimen teocrático que había derrocado al último sha, Mohammad Reza Pahleví, permitió que manifestantes que exigían que Estados Unidos enviara al sha de regreso a Irán, entraran a la embajada estadounidense en Teherán y secuestraran a 52 miembros del personal diplomático por más de un año.

Los niveles de aprobación presidencial de Carter pasaron de estar alrededor del treinta por ciento a casi tocar el sesenta por ciento, pues la unidad alrededor del patriotismo y la indignación nacional permitieron que se dejaran de lado las críticas previas al gobierno, especialmente las relacionadas con su manejo de la economía, y lo apoyaran para enfrentar la crisis. De manera paralela, para el nuevo líder político iraní, el ayatola Jomeiní, el enfrentarse directamente con los Estados Unidos le permitió aglutinar el fervor nacionalista, aprovechando el mismo fenómeno para pulverizar a la oposición a su movimiento, que sigue gobernando Irán hasta la fecha. Sin embargo, para Carter el aumento en el apoyo se terminó convirtiendo en una condena, pues al haber tardado tanto tiempo en resolver la crisis, y habiendo pasado por varios intentos fallidos de resolución, las altas expectativas se convirtieron en decepción y, en parte, eso contribuyó a su derrota en las elecciones de 1980.

De esta manera, el envolverse en la bandera puede convertirse en un arma de doble filo, pues a pesar de la subida en la popularidad y el apoyo al gobierno en un primer momento de crisis, un mal manejo puede terminar revirtiendo este apoyo al traducirse en fracasos. Sin embargo, también la crisis ofrece una oportunidad dorada para los regímenes, pues ya convocado el patriotismo, puede seguirse construyendo una narrativa en la que el enemigo y la amenaza nunca desaparezca del discurso, permitiendo distraer a la opinión pública de los temas relevantes.

La violación de la integridad de las misiones diplomáticas es injustificable. Lo que Ecuador hizo en la embajada de México al entrar por la fuerza para detener al exvicepresidente Jorge Glas es absolutamente condenable y requiere acciones firmes para responder. Sin embargo, la dinámica de envolverse en la bandera también abre la tentación de usar episodios como ése no para solucionar el conflicto, sino para alimentarlo y hasta atizarlo, pues las amenazas externas son útiles a las narrativas y a la popularidad del oficialismo y hacer que la gente voltee a otro lado.

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