Ser leal a Trump o quedar fuera

EL ESPEJO

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Por más que existan disidencias e inconformidades sobre el papel de Donald Trump entre los republicanos, es indudable que la fuerza del expresidente dentro de la vida política de su partido es tal que atreverse a contravenirlo en estos momentos es una sentencia de irrelevancia dentro de las fuerzas conservadoras. Los que han sido una oposición a Trump entre los republicanos han tenido que acallar sus cuestionamientos o enfrentarse a las consecuencias.

Pocos ejemplos son tan elocuentes como el de los 10 legisladores republicanos que votaron en favor del segundo proceso de impeachment o juicio político de Donald Trump en el 2021 y de los cuales al menos 8 ya se encuentran con un pie fuera del poder. Gracias a la presión constante del magnate al atacarlos de manera pública o directamente al impulsar a candidatos leales a él para arrebatarles sus distritos, ha quedado evidenciado que la influencia de Trump entre los republicanos no ha menguado y que, por el contrario, se acrecienta conforme se aproximan las elecciones intermedias del 8 de noviembre.

El mensaje del expresidente cuando impulsa a algún nuevo candidato es muy claro: todos los que se atreven a cuestionarlo o levantar la mano en su contra son unos traidores que no merecen un espacio de poder de la mano de los republicanos, porque los republicanos son lo que él mande. Tom Rice, que ocupa un escaño como representante de Carolina del Sur desde 2013, fue uno de los conservadores que se sumó a las preocupaciones de los demócratas cuando decidieron procesar al presidente para investigar su responsabilidad en los actos de insurrección del 6 de enero de 2021. Desde ese momento, Trump no dejó de acusarlo de ser un traidor trastornado y decidió expulsarlo apoyando a otro candidato en las elecciones primarias de su partido, uno afín a cada una de sus palabras e ideas. El apoyo de Trump fue claro y su candidato logró obtener el doble de votos que el legislador actual, por lo que no podrá presentarse a las siguientes elecciones.

Ese proceso avanzó con celeridad con otros 6 legisladores, que han comenzado a ser derrotados por los enviados de Trump. El último caso ha sido el de la conocida Liz Cheney, hija de quien fuera el poderoso vicepresidente de George W. Bush y uno de los principales artífices de las políticas bélicas de Estados Unidos al comenzar este siglo: Dick Cheney. Como integrante de una dinastía política de gran reconocimiento y poder, Liz Cheney encabezó en varios momentos críticas a las acciones de Trump. Desde ese momento, Trump enfiló sus baterías hacia ella y disparó. La semana pasada, también ella fue derrotada por otra trumpista y no podrá volver a representar al estado de Wyoming. Contrario a lo que muchos esperaban después de que dejara el poder, Trump ha logrado consolidar su papel como el alfa y el omega de las decisiones del Partido Republicano, por lo que el discurso trumpista, con todo y sus implicaciones y riesgos para la democracia, es la única voz que el Partido Republicano tendrá en éstas y, probablemente, en subsecuentes elecciones. No hay espacio para la disidencia.

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