La resbaladilla por la que se lanzó Joe Biden desde el pésimo debate en que quedó exhibido frente a Trump hace 25 días ha llegado a su fin —de manera esperada, pero no por eso menos sorprendente— con la renuncia del presidente a la candidatura para buscar su reelección.
Después de los que probablemente han sido los días más desafortunados en su carrera, Biden tuvo que reconocer lo inocultable y retirarse de la contienda, cediendo el paso a alguien que pueda hacer frente a un revitalizado Trump, que ha prendido todas las alarmas entre los demócratas por su éxito en las encuestas.
La decisión de Biden cierra una jornada de tres semanas llenas de intrigas y dudas, pues desde los primeros minutos posteriores al debate con Trump varias figuras demócratas comenzaron a alzar la voz para tratar de convencer al presidente de salir de la contienda, a las que se fueron sumando personajes cada vez más relevantes, pero que no lograban convencer al mandatario de rendirse. Biden intentó mostrarse lleno de energía en algunos mítines posteriores y trató de despejar las dudas sobre su capacidad mediante entrevistas y conferencias de prensa, pero en cada ocasión un resbalón o una confusión poco afortunada aparecieron para sabotear las intenciones del demócrata, lo mismo confundiendo al presidente Zelenski con Putin, que prometiendo derrotar a Trump… En 2020. A pesar de cada desaguisado, Biden se mantenía empecinado en no cambiar de opinión y declaraba que bajo ninguna circunstancia renunciaría a su candidatura, hasta que Trump fue rozado por una bala que casi le quita la vida y sobrevivió.
Todavía no hay encuestas confiables que hayan medido el efecto del atentado contra Trump en las preferencias electorales, pero la brecha entre Trump y Biden ya había comenzado a abrirse de manera preocupante desde el debate, por lo que no se necesitaba una medición precisa para saber que pocas cosas pueden avivar una campaña como que el candidato sobreviva a un atentado en su contra. Difícilmente, un acto así convencerá a votantes indecisos para apoyar a Trump, pero, sin duda, activará e intensificará la pasión de su base electoral, que hoy está más unida que nunca respaldando a un político al que la suerte le ha sonreído y que es suficiente para asustar a los demócratas, pues hasta el día de ayer se enfrentaban a una derrota segura con Joe Biden como candidato.
Los demócratas se enfrentan a una carrera contra el tiempo para decidir cómo se jugará la candidatura a la presidencia, pues si bien Biden ha expresado su apoyo a su vicepresidenta Kamala Harris, los demócratas necesitan encontrar el balance entre un proceso que les permita mostrar apertura y competencia para dar legitimidad a quien gane, pero que no se convierta en un riesgo de división antes de su convención en agosto. Kamala tiene las mejores posibilidades, pero su suerte aún no está decidida. En cualquier caso, los acontecimientos de las últimas semanas nos han traído una campaña electoral totalmente distinta a la que se vislumbraba. Han sido los días de Trump, pero si los demócratas juegan bien sus cartas, pueden volver al ruedo con una candidatura más competitiva. ¿Lo lograrán? Comienza una nueva campaña.