Se acerca el final del año y con él llega a su límite, una vez más, la relación del Reino Unido con la Unión Europea en este largo y tortuoso proceso del Brexit. Además, el gobierno británico enfrenta una nueva crisis de infecciones por una nueva cepa del coronavirus, lo que configura una tormenta perfecta.
Las negociaciones del Brexit se han convertido en un enorme dolor de cabeza para las dos partes involucradas en este complejo divorcio. Después de que el 23 de junio de 2016 la opción de abandonar la Unión Europea se impuso en el referéndum, la activación del proceso de salida en marzo de 2017 y los múltiples escenarios catastróficos de la llegada de la fecha límite para la celebración de un acuerdo en ese mismo año (que terminó obligando a Theresa May a dimitir y abrió la puerta a Boris Johnson), 2020 presenta la última etapa, pues desde que el 31 de enero el Reino Unido dejó oficialmente la Unión Europea, comenzó a correr un último periodo de 11 meses para aplicar un régimen de transición y llegar a un acuerdo final de salida antes del 31 de diciembre.
Sin embargo, múltiples temas han continuado apareciendo y complicando esta larga ruptura. En particular, los derechos de pesca sobre las aguas en las que múltiples embarcaciones de la Unión Europea solían trabajar y que ahora se convertirán en aguas territoriales de Reino Unido, junto con la definición de las cuotas y extensión del régimen de transición para esta actividad, se han convertido en una complicación difícil de superar. Los países europeos buscan encontrar un equilibrio que permita continuar con la pesca en estos territorios a cambio de consideraciones arancelarias a los productos pesqueros británicos que entren al mercado común, pero la falta de una solución que satisfaga a todas las partes ha provocado que nuevamente aparezca en el horizonte el abismo de una salida sin acuerdos específicos.
Desde el lado de la Unión Europea, la fecha límite al cierre de 2020 se estableció desde el Parlamento Europeo, pero puestos contra las cuerdas, los países podrían dar una nueva extensión de periodos para acuerdos en materias específicas, pues algunos cuerpos como la Comisión Europea no han querido señalar el final de diciembre como una fecha impostergable. Por lo tanto, es probable que el año acabe, una vez más, sin un punto final en este rompimiento.
Pero el Reino Unido no sólo se enfrenta a este problema, sino que hemos visto una rápida escalada de casos de Covid que han sido provocados por una nueva cepa del coronavirus, con hasta 70% más capacidad de transmisión que el virus actual, y que podría desestabilizar rápidamente los avances en el control de la pandemia que se han logrado con medidas restrictivas y cuyo final se sentía cerca desde que los británicos se convirtieron en la punta de lanza del despliegue de las nuevas vacunas. En una rápida reacción, varios países europeos cancelaron vuelos y otros transportes con la isla, lo que sólo pone al Reino Unido, una vez más, frente a un abismo que se niega a esfumarse.