El trumpismo sigue vivo

EL ESPEJO

Leonardo Núñez González
Leonardo Núñez González Foto: La Razón de México

Las imágenes de los seguidores de Trump invadiendo el Capitolio pasarán a la historia como uno de los episodios más lamentables en la vida democrática de Estados Unidos. El papel de Trump como el incitador principal de los hechos es innegable, pues la multitud que se reunió en Washington llegó ahí para apoyarlo; además, él mismo los incitó a avanzar hacia el Capitolio unos momentos antes en el mitin que organizó. A pesar de todo, es difícil decir que el futuro del trumpismo se ha acabado.

Después de los eventos del 6 de enero, los demócratas pasaron de la condena de los eventos a la discusión sobre la posibilidad de un segundo juicio político a Trump o la aplicación de la 25ª Enmienda, que permite declarar la incapacidad del presidente para continuar con su encargo y la transmisión de sus poderes al vicepresidente. Dado que a la presidencia actual le restan menos de 10 días en el poder, es poco probable que el primer proceso pueda concluirse y Mike Pence ya ha rechazado la remoción de Trump del poder. Por su parte, entre los republicanos la reacción ha sido heterogénea, pues mientras unos han tratado de desmarcarse lo más posible del discurso trumpista, como los funcionarios que han renunciado o el líder republicano de los senadores, Mitch McConnell, otros han condenado la toma violenta del Congreso, pero continuaron reproduciendo los señalamientos trumpistas de que hubo fraude en las elecciones.

Este segundo grupo de políticos republicanos actúa con una lógica muy clara: los seguidores de Trump siguen siendo una fuerza política considerable y alejarse de ellos de inmediato podría resultarles muy costoso. Una encuesta realizada por Reuters/Ipsos después de los eventos violentos en Washington muestra que 58% de quienes se asumen como republicanos se opone fuertemente a los manifestantes y las acciones que realizaron, mientras que 21% declaró apoyarlos mucho o parcialmente. Esto evidencia que, a pesar de no ser el sector mayoritario dentro de los republicanos, casi una cuarta parte no condena la toma violenta del Capitolio. Resulta aún más revelador que, cuando a los republicanos se les pregunta si aprueban o desaprueban las acciones de Donald Trump ese día, sólo 29% externó su desaprobación. Si se considera que Trump consiguió el voto de más de 74 millones de estadounidenses, estos porcentajes implican que, aun cuando se mostró la cara más oscura, antidemocrática y autoritaria del magnate, una parte considerable de los republicanos lo siguen y seguirán apoyando.

Con su salida del poder, junto con su expulsión de las dos redes sociales más importantes, Donald Trump saldrá del ojo público de la mayoría; pero no desaparecerá para sus fanáticos, que lo seguirán dentro de los múltiples medios de extrema derecha que continuarán replicando su discurso tóxico, así como su papel protagónico dentro de las increíbles teorías de la conspiración que siguen ganando fuerza dentro de Estados Unidos, como la descabellada idea de QAnon, cuyos seguidores ya tendrán, incluso, un asiento en la próxima legislatura. El peligro inmediato para la democracia estadounidense pasará con la salida de Trump, pero su sombra amenazante no desaparecerá tan fácilmente. El trumpismo sigue vivo.

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