Mauricio Flores

El azote del sargazo, nuevamente

GENTE DETRÁS DEL DINERO

Mauricio Flores
Mauricio Flores
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Al igual que en 2018, hoy son superiores los volúmenes reales de pastos marinos que arriban a las costas de Quintana Roo que los estimados: sólo en Cancún, casi 50 toneladas se retiran por día de playas como la Del Niño, Gaviota Azul, Chac Mool, Coral, Delfines o Caracol, en tanto que en Tulum los hoteleros -que representa Juan Noriega- enfrentan saturación en los predios de confinamiento; y al igual que hace 3 años, no hay un liderazgo claro para frenar la plaga que amenaza la frágil joya turística del país.

Los barcos antisargazo, de flota coordinada por el Contralmirante Alejandro López Zenteno, probablemente cerraran junio con un registro de casi 12 mil toneladas de algas recolectadas; pero la falta de coordinación en los tres niveles de gobierno ha impedido tender mayor cantidad de barreras, establecer estratégicas mejor integradas de contención y confinamiento pero, sobre todo, de ir a las causas que originan el fenómeno y que requieren de un compromiso ambiental a nivel regional.

En 2019 el canciller Marcelo Ebrard intentó una cumbre entre países centroamericanos, sudamericanos de la costa Atlántica, así como con EU, para establecer políticas definidas para reducir de manera sostenible la cantidad de residuos orgánicos y agroquímicos vertidos a los mares. La convocatoria, tristemente, no tuvo el eco ni la profundidad suficiente para intentar instrumentar los 26 puntos de acuerdo. El titular de Turismo de México, Miguel Torruco, no retomó la agenda, pese a la afectación que tiene sobre un sector que aún no logra recuperarse, ni por tratarse Quintana Roo del epicentro que, de acuerdo a la Organización Mundial del Turismo que lidera Zurab Pololikashvili.

La próxima semana se hará un homenaje en Cancún al desarrollador turístico pionero en el Caribe Mexicano, don Alberto Bojórquez. Más allá de la ceremonia y de los discursos, la limpieza y remediación de playas serían actos que enaltecerían mayormente su memoria.

Funcionarios “7 Vidas”. En el gobierno de la CDMX se registran auténticos malabaristas transexenales, que de venir desde la administración de Miguel Ángel Mancera, ahora están en el de Claudia Sheinbaum… pero no para solucionar problemas, sino para hacerlos más grandes. Por ejemplo, en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, a cargo de Carlos Alberto Ulloa, está bien asentado Inti Muñoz Santini en la Dirección de Desarrollo Urbano. ¿Se acuerdan de la malograda restauración del monumento ecuestre elaborada por Manuel Tolsá? ¿Cómo Carlos IV quedó desteñido? Pues Muñoz Santini era responsable del Fideicomiso del Centro Histórico, y de ahí lo chisparon. Ahora se dedica a amedrentar empresas comerciales que utilizan la publicidad exterior y a propietarios de inmuebles, señalando que mantas, lonas envolventes y cosas que no sean “panorámicos” son ilegales. Hay testimonio de correos electrónicos enviados a los anunciantes por parte de Andrea Alvear Aceves, colaboradora cercana de Muñoz Santini, para tratar de llegar a un “acuerdo” relacionado con su publicidad. Estas prácticas encendieron las alarmas en el gremio de la publicidad por lo que ello puede significar. Conductas de esta naturaleza dañan severamente la confianza en un sector que genera empleos y contribuye a desarrollar la ciudad.

Leche que no es leche. La Novedad es que la Profeco, ahora al mando de Berenice Romero, analiza las leches condensadas tan socorridas en la repostería mexicana pues han descubierto que hasta 20% de esos productos nada más no son leches pues sólo tienen entre 1.4% y 4% de contenido del lácteo. Y no es un negocio nada menor, se trata de un mercado con valor anual de 4 mil millones de pesos. Y el truco está en que marcas como Pronto y otras “marcas libres” etiquetan el producto sólo con el nombre de “condensada” sin el sustantivo “leche”. A ese truco se le llama “desvalorización” de marca y que incumple NOM 051 de etiquetados frontales y el artículo 32 de la Ley Federal de Protección al Consumidor, por ofrecer información que “induce a un error o confusión por la forma inexacta, falsa, exagerada, parcial, artificiosa o tendenciosa en que se presenta”. Ojo.

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.