La batalla por Comisión Presupuesto y de Hacienda

GENTE DETRÁS DEL DINERO

Mauricio Flores
Mauricio Flores Foto: La Razón de México

Aun mes de que inicie funciones la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados, ya está a todo lo que da el rejuego de presiones, negociaciones y tirones para el control de las comisiones clave, en especial las que manejan el presupuesto federal (la atribución esencial de la Cámara baja), es decir la de Presupuesto y la de Hacienda, y para las cuales se oyen los nombres de la panista Patricia Vaca Terrazas y de la morenista Yeidckol Polevnsky Gurwitz.

Las reglas no escritas de esa cámara dicen que la primera fuerza política “lleva mano” para elegir encabezar alguna de esas dos estratégicas comisiones, y que la segunda fuerza toma la que resta. La tercera fuerza —en este caso el PRI— sería la que llevaría la presidencia de la Comisión de Vigilancia, una posición fundamental para ejecutar la vigilancia y rendición de cuentas en el ejercicio de los recursos federales… cosa en lo que no fue muy diligente el actual presidente de la misma, el jalisciense e integrante de MC, Mario Alberto Rodríguez Carrillo, que se presume tío del líder de Morena, Mario Delgado Carrillo.

La Comisión de Presupuesto es la que usualmente toman las primeras fuerzas políticas a través de personajes que representan con claridad el punto de vista e intereses de cada partido. Por ejemplo, Luis Videgaray encabezó esa comisión en el segundo trienio de Felipe Calderón, precisamente cuando venía en ascenso la figura de Enrique Peña y del PRI para las elecciones de 2012; Alfredo del Mazo la presidió en 2016 previo a su lanzamiento como candidato —triunfador— a gobernador del Estado de México; y tras el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 ocupó el cargo Alfonso Ramírez Cuéllar, quien en 2021 no logró la reelección.

A este rejuego es al que se enfrentará Rogelio Ramírez de la O tan pronto envíe el Proyecto de Ingresos y Egresos 2022.

Desastre aéreo en CDMX. En los últimos meses, cualquier pasajero que tome un avión desde o hacia la Ciudad de México se habrá percatado de los continuos y cada vez más prolongados retrasos desde el destartalado aeropuerto, a cargo de Jesús Rosano. A veces son de una hora, otras de hasta 4 horas como sucedió el pasado viernes. Inequívocamente, la Torre de Control informa a los pilotos una serie de excusas que van desde que no hay carriers para mover maletas, que falló el Internet en EU para cargar los planes de vuelos, que llovió mucho o no sirve el audio.

Todo ello se resume a una frase genérica del Seneam, que dirige Víctor Hernández, que se manda a la Torre de Control y se repite: “problemas de tráfico en el AICM”. Luego una muy sentida disculpa. Pero ¿qué creen? No existe tal problema de tráfico: En enero-mayo de 2021 sólo se recuperaron 1,100 operaciones respecto al mismo período de 2020… Muy lejos de los niveles registrados (por el mismo AICM) previos a la pandemia. Todo apunta a que el problema responde al plan de operación para darle cupo teórico a la Terminal Aérea de Santa Lucía en el Valle de México, a la falta de inversión en capital humano y equipo en el Seneam, así como al sindicato que robustece José Alfredo Covarrubias.

CICM, dolores L-12. Que en el Colegio de Ingenieros Civiles de México están atribulados por el rol que asumieron para esclarecer científicamente la tragedia de la Línea 12 del Metro: la organización a cargo de Luis Rojas no ha podido hacer su dictamen. Vaya, la firma noruega DNV que aquí dirige Eckhard Hinrichsen, omitió el reporte parcial del mes de julio y anunció que sólo hará su reporte final este agosto. Nos dicen ingenieros nacionales e internacionales que en esa indagatoria no hay manera de empatar criterios técnicos con los políticos.

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

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