Esa pregunta, pero dicha con tono de incomodidad, es una de las frases con que sus excompañeros de gabinete recuerdan a Javier Jiménez Espriú, una con la que mostraba poca disposición para que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes coadyuvara en la ejecución de los proyectos del Gobierno de López Obrador, para aislarse hasta el punto de una renuncia que llevó casi una semana en concretarse.
Como se recordará, inicialmente el proyecto de Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec quedó adscrito bajo la supervisión de la SCT, tanto por el trazo ferroviario como por los puertos de Coatzacoalcos y el de Salina Cruz. Sin embargo, el proceso burocrático dentro de la dependencia amenazaba con dejar en el archivo el plan encargado a Rafael Marín Mollinedo, por lo que hace un año se optó por crear una entidad paraestatal descentralizada con patrimonio y activos propios que responde directamente a la Presidencia.
Algo similar sucedió con el Tren Maya, que coordina Rogelio Jiménez Pons, cuyo trazo ferroviario era controlado por la SCT y que fue tomado por una nueva entidad ex profeso… a la cual, se sabe, Jiménez Espriú nunca le tuvo mucho aprecio e incluso, se comenta, llegó a “hacerle grilla” ante la SHCP, de Arturo Herrera, por el presupuesto para circuitos y libramientos carreteros que implica dicho tren. De aeropuertos, mejor ni hablar. Fue el más entusiasta enterrador del NAIM… pero simplemente la SCT quedó fuera de la terminal de Santa Lucía y encargada directamente a Sedena, de Luis Cresencio Sandoval, y muy poco colaboró a mejorar la conectividad aérea en el sureste y noreste del país.
Además, cuando se le planteaba mejorar conexiones carreteras y servicio de casetas de cobro, su respuesta era “¿Y cómo por qué?” Por ello, lo más que desarrolló la SCT en esa materia fueron algunos kilómetros de caminos rurales renovados, pero quedando el desarrollo de Asociaciones Público-Privadas (y desdoblamiento de concesiones) de autopistas de alto impacto —como la Oaxaca-Huatulco— en Banobras, que dirige Jorge Mendoza.
La gota que derramó el vaso fueron los desacuerdos para el manejo de puertos, un proyecto de ley que quedó congelado en noviembre pasado que por decreto presidencial se concreta en un manejo conjunto en materia de vigilancia y aduanas con Semar, de José Rafael Ojeda, el SAT, de Raquel Buenrostro, la SHCP y con asistencia de la FGR, de Alejandro Gertz. “Lejos de cooperar, tendía a controlar todo y burocratizar los procesos, haciendo lento lo que tenía que ser rápido. Solito se puso la soga y solito la jaló”, comentan algunos de sus excorreligionarios. Lo demás es historia.
¿Se quedan o se van? En la rebambaramba de movimientos en la SCT, se sabe que Héctor López, coordinador de Puertos, se quedará a colaborar con el nuevo titular, Jorge Arganis. El subsecretario de Infraestructura, Cedric Escalante, dada su cercanía a Palacio Nacional, se quedaría cuando menos lo que resta del año. El subsecretario de Transportes, Carlos Morán, operador de Jiménez Espriú, parece inminente su salida. La subsecretaria Salma Jalife, pese a la reducción de funciones y presupuestos en telecomunicaciones, se mantendría para apoyar con la política de inclusión digital, que coordina Emiliano Calderón, y que requiere de avanzar pegada a la Red Compartida de Altán, que dirige Salvador Álvarez.
AT&T recorta. No lo ande diciendo, pero que la pérdida de competitividad (pese al aumento del tráfico de voz y datos) que AT&T, a cargo de Mónica Aspe, empezó el recorte de mil puestos de trabajo de una plantilla de 17 mil colaboradores en toda su estructura. ¿Otro más que muerde el polvo?