Cuando la pandemia se salió de control el año pasado, el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell atacó a uno de sus villanos favoritos, la industria de alimentos procesados y la culpó de provocar obesidad, diabetes, hipertensión y otras comorbilidades asociadas al Covid-19; emprendió una intensa batalla —mientras el número de contagios y fallecidos aumentaba— para imponer normas de etiquetado que ya costaron 15 mil millones de pesos y sustituyendo los monitos publicitarios por un monito publicitado, Damián Alcázar.
De acuerdo a la CANACINTRA que encabeza Enoch Castellanos, el costo de imprimir “semáforos negros” y retirar las imágenes de los personajes para identificar productos, costó a la industria 15 mil millones de pesos, 150 por ciento más de lo originalmente planeado.
Una cantidad que hubiese bastado para desarrollar un intenso y auto sostenible programa nacional de educación alimenticia y de actividad física entre niños y jóvenes, un segmento social fuertemente afectado por el confinamiento.
Pero se optó por el prohibicionismo. No es raro en López-Gatell —hoy convaleciente y estable por Covid-19— haya optado por una de las directrices favoritas de la Fundación Bloomberg, de Michael Bloomberg, con quien se le identifica en su formación profesional.
El Subsecretario negó (como ya es habitual) esa liga con el filántropo multimillonario; sin embargo, al inicio de este año, ya con los semáforos impresos y la salida de los empaques del Tigre Toño, Chester Chetos, Gansito, Melvin y de la Abuelita, la Alianza por la Salud Alimentaria —soportada principalmente por El Poder del Consumidor, la ONG que dirige Alejandro Calvillo y ligada a Bloomberg— inició una costosa campaña en televisión abierta, de paga y en radio, para promover las virtudes del nuevo etiquetado “corta por lo sano” donde un bizarro personaje de Alcázar (¿pachuco, jocker, bailarín de tap-tap?) escenifica los comerciales que incluso aparecieron durante la transmisión en México del Super Bowl LV, la pauta más cara del año.
En un unos años podremos comparar el oneroso costo impuesto a la industria alimentaria frente a los resultados contra la obesidad.
La Tregua de Rodríguez Munguía. Se acabó febrero y con ello el plazo que la Federal Aviation Administration, de Steve Dickson, concedió para que México atendiera la docena de recomendaciones de seguridad aérea a fin de mantener la Categoría Tres de Certificación en vuelos hacia y desde Estados Unidos. Pero no hay todavía resolución.
Ello indicaría que el nuevo titular de la Agencia Federal de Aviación Civil, el general Carlos Antonio Rodríguez Munguía logrado otro plazo de la FAA en atención a los meses de desajuste institucional tras la salida de Javier Jiménez Espriú y los dos meses en que la AFAC quedó sin cabeza tras la salida de Rodrigo Vázquez Colmenares. Esa tregua sería una buena noticia para evitar perder un valioso segmento de mercado; la mala sería que tras la reunión de mañana entre Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, se degrade a México a Categoría Dos como sucedió hace una década.
Cambio en Prosa. Y tras un intensa y efectiva labor se retira Alejandro Morales Bustamante de la dirección de Prosa, uno de los más importantes switchs multiplataforma para transacciones electrónicas en México. Entra ahora Salvador Espinosa, quien fuera vicepresidente de banca al menudeo de Scotiabank. Éxito para ambos.