Guerrero, no hay dinero que alcance

El Estado mexicano está rebasado para atender una contingencia de la magnitud como la de Guerrero; tampoco está preparado para afrontar los cada vez mayores trastornos derivados del cambio climático: ni modelos predictivos de alerta temprana o vocación de protección civil, ni tampoco para mitigar los golpes de la naturaleza o para mantener la gobernanza que le ha sido conferida a la Secretaría de Gobernación, hoy a cargo de Luisa María Alcalde.

Los 18 mil millones de pesos reservados para los programas del Fondo de Desastres Naturales son del todo insuficientes para hacer frente a los daños provocados por el huracán Otis. Entre seguros y “guardaditos”, los recursos de los que dio parte el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, suman unos 32 mil millones de pesos que podrán alcanzar para una respuesta reactiva de corto plazo, para enviar a los damnificados víveres y cobijas, para las primeras rondas de remoción de escombros y rehabilitación temprana de infraestructura…, pero insuficiente para iniciar las labores de reconstrucción y reactivación económica.

El huracán Paulina, de 1997, impactó la actividad de hospitalidad con un costo a valor presente estimado en 310 mil millones de pesos por la Asociación de Hoteles y Moteles de Acapulco, que hoy encabeza Javier Saldívar. Aún es inestimable el costo que tuvo Otis sobre la actividad que representa 70% del PIB de la entidad. Ante el hecho ineludible que no hay dinero público suficiente para recuperar lo destruido tiene todo el sentido la propuesta de la segura candidata a la Presidencia del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez, de plantear un intenso programa de reconstrucción que tenga como subyacente el capital semilla aportado por la Federación a partir de un dólar adicional al precio estimado en el precio del petróleo mexicano de exportación para 2024.

Pero antes de ello, la atención a la emergencia es en sí misma un reto presupuestal que pondrá a prueba el modelo centralizado (y con un alto componente electoral) diseñado por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador tras extinguir el fideicomiso Fonden como herramienta para la canalización expedita de recursos en caso de desastres.

Esos fideicomisos tenían los recursos disponibles para aplicarse inmediatamente tras la declaratoria de desastre y contratar servicios de manera directa y, posteriormente, trabajos de reconstrucción básica; actualmente, Sedena, a cargo de Luis Cresencio Sandoval, y Marina, al mando de Rafael Ojeda, tienen que tomar de sus partidas presupuestales los recursos para iniciar las labores de auxilio y habilitación inmediata de caminos e infraestructura básica…, y luego esperar que les sean reintegrados por la Tesorería de la Federación, a cargo de Elvira Concheiro.

Ciertamente, con el fideicomiso Fonden, el camino era menos burocrático y con mayor claridad de los recursos disponibles que el actual modelo. Pero, nuevamente, ante el tamaño de desastre en Guerrero, no hay dinero que alcance.

Coppel, Aeroméxico, Banorte, solidaridad. Los actos de solidaridad y desprendimiento siguen emocionando a propios y extraños ante el desastre; a pesar de una retórica que durante un lustro ha dividido a los mexicanos entre “conservadores” y “revolucionarios”, crecen los gestos de desprendimiento social que aspira con ayudar a las personas en desgracia, y que son impulsados por acciones empresariales en el mismo sentido. Es el caso de BanCoppel, de Agustín Coppel, que habilitó cuentas para captar las aportaciones en dinero de quienes quieren ayudar a los guerrerenses en estos momentos de angustia; Banorte, de Carlos Hank González, también armó su sistema de captación de ayuda en el que la institución aporta un peso adicional a cada peso en donación, y Aeroméxico, al mando de Andrés Conesa, estableció rápidamente un puente aéreo para trasladar ayuda de todo tipo. A todos ellos, gracias.

Sheffield, bajo lupa morena. Y que en Guanajuato siguen las denuncias por violencia política en contra de Ricardo Sheffield, cuyo pasado panista afecta su presencia en las filas de Morena. Vaya, una encuesta local ubica los atributos del extitular de Profeco por debajo de los del exdirector del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, Ernesto Prieto, en materia de buena imagen, honestidad, cercanía y conocimiento del estado. Esto es natural en cuanto que Prieto tiene una antigua amistad con López Obrador, con Sheinbaum y la 4T. La definición en Guanajuato y otros 8 estados, incluyendo la CDMX, está a la vuelta de la esquina. Ojo.