Tres semanas y Valle de Chalco sigue bajo aguas negras. Con la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) por determinación de Andrés Manuel López Obrador, se olvidaron obras por 36 mil millones de pesos que habrían servido para triplicar la capacidad de regulación hidráulica en la zona urbana del Valle de México y protegerle de inundaciones conforme a datos del Documento Confidencial de Actualización del Análisis Costo Beneficio del NAIM elaborado por el gobierno de Enrique Peña, fechado en noviembre de 2018 y entregado al presidente entrante.
Si bien el objetivo primario del NAIM, proyecto encargado a Federico Patiño, era aeronáutico, el habilitar el polígono de 5 mil hectáreas del exlago de Texcoco implicaba un “programa integral bajo el cual se realizan obras hidráulicas para tratar y reusar aguas residuales, evitar inundaciones con nuevos cuerpos de agua y sanear los cauces de la zona”, señala el documento enviado a la basura con todo y nuevo aeropuerto.
Chalco, acotado por tres canales de aguas negras y tres vasos de regulación (a eso se redujo por ejemplo la Laguna de Xico), que confluyen al Río La Compañía, el cual desembocarían en los mejorados drenes Chimalhuacán I y II, de ahí a las rehabilitadas lagunas de regulación Churubusco, La Noria y Nabor Carrillo.
Finalmente, las aguas con una primera criba de basura, habrían salido hacia el Gran Canal de Desagüe hasta la Megaplanta de Tratamiento de Atotonilco, Hidalgo, construida durante la administración de Felipe Calderón, pero que hoy funciona muy por debajo de su capacidad y con un fuerte impacto ambiental.
El “hubiera” es el pretérito pluscuamperfecto de los inocentes (se les dice más feo), pero de haberse concertado el NAIM existirían 9 cuerpos de aguas en el oriente del Estado de México con superficie de 2,700 hectáreas, rectificado 9 ríos que escurren desde Teotihuacán hasta Coatepec con servicio de 24 plantas de tratamiento; 145 kilómetros de nuevos colectores marginales, entubamiento de 25 kilómetros de cauces y 39 kilómetros de túneles para mejorar el drenaje.
Conagua, primeramente dirigida por David Korenfeld y luego por Roberto Ramírez, era la encargada de un proyecto que haría cosa del pasado las inundaciones por tormentas tras elevar la capacidad total de 13 a 39 millones de metros cúbicos, por encima de los 24 millones requeridos para manejar 8 días de lluvia continua, y generando agua tratada para uso agrícola, riego en el NAIM y para rehabilitar los canales de Xochimilco.
El proyecto era sostenible en cuanto la valorización de la zona oriente dada la inversión masiva de 13 mil millones de dólares y desarrollo de servicios aeroportuarios, comerciales, educativos, inmobiliarios y manufactura.
Pero el voto popular ordenó hace 6 años cancelar todo. Hoy quedan fétidas inundaciones y un parquecito —que no llega al 10% del polígono donde estaría el aeropuerto—, encargado a Iñaqui Echeverría, y que costará casi 20 mil millones de pesos.
Empresarios y la Tía Cleta. Todo este sexenio el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) fueron afables, colaborativos, a veces hasta condescendientes con López Obrador. Su estrategia, diseñada para evitar conflictos, mantenerse cerca de los negocios en torno al sector público y gestionar presiones de las entidades reguladoras, llevó a que los integrantes de los organismos, encabezados hoy por Francisco Cervantes y Rolando Vega a comprar boletos de la rifa-no rifa del avión presidencial.
Pero este fin de semana el CCE y el CMN expresaron su postura contra la sobrerrepresentación en el Congreso que busca el partido oficial, Morena, pidiendo al INE, de Guadalupe Taddei, y al Tribunal Electoral, de Mónica Soto, una interpretación constitucional para la asignación de diputaciones a fin de mantener la pluralidad política y equilibrio entre poderes. Ya antes habían externado su rechazo a la violencia criminal y mostrado su solidaridad con los damnificados por desastres naturales.
El sopapo no se hizo esperar desde el foro presidencial: son “una vergüenza, están definiéndose por la corrupción y no quieren un auténtico Estado de derecho, quieren un Estado de chueco”, se les espetó con la misma energía con que se les exigen impuestos e inversión.
La anécdota cuenta que la Tía Cleta tenía un chucho muy simpático y calladito…, pero un día ladró y le rompieron su trompita.
Nelson Vargas, a por la plata. Terminados los Juegos Olímpicos se mueven las aguas en el deporte mexicano para tomar cargos de administración; el primero en aparecerse es un personaje muy conocido, el dueño de la empresa Acuática, Nelson Vargas… quien quiso perpetuarse al frente de la Conade, lo que generó conflictos con el director general de aquel entonces, Carlos Hermosillo, y quien siempre ha buscado dirigir al Comité Olímpico Mexicano claro está, sin éxito alguno. Lo que no entienden personas como Nelson Vargas es que el deporte mexicano no es para lucrar, pues el deporte es un bien necesario para el país; que se requiere gente comprometida que vaya por el oro y la plata…, pero en las medallas, también de bronce.
Basta recordar que durante su estancia en la Conade los números no le salieron como debiera de ser.
Exilio de Ida y Vuelta. En la conmemoración del 85º aniversario del exilio español en México, el evento épico de 20 mil refugiados se plasma en la exposición “Ida y vuelta”, del artista Javier Córdoba, en una serie de pinturas que plasman con diferentes simbolismos de aquellos acontecimientos y que podrán ser apreciadas a partir del próximo 24 de agosto en el Ateneo Español de México. No se lo pierda.