Se apagó el impulso a la reactivación económica en el tercer trimestre de este año en buena parte —como demostró Inegi a cargo de Julio Santaella— por la supresión del modelo de tercerización laboral que, conforme a los mismos datos del IMSS, dejó fuera del sector formal a 2.3 millones de trabajadores…, y tal efecto se extenderá a 2022 en actividades tan estratégicas como construcción, minería, la agricultura comercial, manufactura integrada, logística, tecnología de la información e incluso sobre las obras emblemáticas de Andrés Manuel López Obrador.
La ley que prohíbe el outsourcing y que exige un Registro de Prestadoras de Servicios Especializados u Obras Especializadas ante la STyPS, que lleva Luisa María Alcalde, entró en vigor y a tajo en septiembre pasado. El objetivo era eliminar al “outsourcing malo”, aquel que servía a simular gastos y salarios para deducir agresivamente el pago de prestaciones sociales e impuestos; pero por atajar a un puñado de empresas simuladoras, los reformadores de la 4T crearon una carga burocrática excesiva para los contratistas legítimos de servicios especializados y sus clientes (que ahora deben vigilar que sus proveedores cumplan con todos los requerimientos) aumentando el costo administrativo 40% promedio según diversas estimaciones…, y peor aún, obstruyendo la contratación legítima de servicios especializados y crear un cuello de botella para la inversión privada.
La situación se agrava porque la visión que mantiene el subsecretario del Trabajo, Alejandro Salafranca, sobre las empresas de servicios especializados y de quienes las contratan es de “siguen haciendo outsourcing”, o sea que “abusa de los trabajadores” y debe prohibirse. Se trata de una visión inculpatoria sobre la división natural del trabajo que se realiza para tender una red corporativa de Internet, construir un edificio, una casa, preparar un ciclo de cultivo o armar un auto.
Tal problemática dejará de ser exclusiva del sector privado a partir de enero entrante, cuando el sector público asuma la misma normatividad. Los contratistas del Tren Maya, Dos Bocas, Santa Lucía, Corredor Transístmico y de las propias dependencias de Gobierno pueden tropezar con mayor burocracia, complejidad para la contratación, riesgos fiscales y, por tanto, impedir el cumplimiento de los plazos fatales establecidos en palacio nacional.
Conste que aquí se advirtió.
Fórmula Uno, lo malo. El éxito de la fiesta Fórmula Uno, tanto por el podio obtenido por Checo Pérez como por el favorable impacto en la actividad productiva en la Ciudad de México, que logró el evento organizado por OCESA, de Alejandro Soberón, no puede ser el telón para ocultar serios fallos en la organización en el paddock, donde los asistentes llegaron a pagar 130 mil pesos para recibir un trato deficiente, por decir lo menos. Asistentes a la competencia nos reportan que se sobrevendieron los boletos, por lo que fueron insuficientes las camionetas para mover clientes, que en el paddock se acabó el espacio para sentarse y no se diga la oportunidad para comer o beber algo; vaya que a esos asistentes los trasladaron a suites genéricas lejos de sus escuderías preferidas y sin reembolsarles un peso. Acusan que les dieron gato por premio. Situaciones incomodísimas que los organizadores deberán solucionar urgentemente.
IMSS resuelve, pese a la 4T. En medio del jolgorio de la comparecencia de Lorenzo Córdova en San Lázaro, no se observó debidamente la presentación de Zoé Robledo a los diputados sobre el estado que guarda el IMSS, que resistió no sólo a la prueba terrible del Covid-19, sino que además sorteó las políticas restrictivas impuestas a nivel central. Su carácter de entidad tripartita le permitió al instituto cumplir su mandato legal y a la administración de Robledo traducir ello en contratar más de 10 mil especialistas médicos, casi 50 mil para atender la pandemia, y en 2 años elevar 49% la inversión en infraestructura hospitalaria. Y lo mejor, aunque no lo dijo ahí, el IMSS ya no comprará medicamentos y material bajo el desorganizado esquema de la UNOPS, de Grete Faremo. Ya le platico.
Aeroméxico farmacéutico. Especial reconocimiento al equipo de Andrés Conesa que hizo posible obtener la certificación Center of Excellence for Independent Validators in Pharmaceutical Logistic, por parte de la IATA. La organización internacional, que dirige Willie Walsh, incluye ahora a la aerolínea insignia de México entre las pocas que tienen la capacidad global para transportar con seguridad los fármacos más delicados. Ahora sí, ¡salud!