En los últimos 5 años, el valor de las acciones de Grupo Peñoles, ahora encabezada por Alejandro Baillères, ha perdido 57.01%, muy en línea con la pérdida en el mismo periodo de sus reservas de metales industriales y preciosos; la justificación que el director Rafael Rebollar puede ofrecer a sus accionistas acerca de que es producto del Covid-19 y luego con la desaceleración económica global no se empata con la reducción a sólo 5 años de reservas —como se acepta en el informe anual 2021— al ritmo actual de explotación y con una clara tendencia al alza de las cotizaciones mundiales de los metales.
La empresa que comanda Don Alberto Baillères parece estar en serios problemas, pues una norma de valuación estándar en la industria minera es que las compañías valen por sus reservas y no sólo por sus ventas, siendo 10 años un promedio aceptable de reservas. La reducción de las reservas está ligado a proyectos fallidos de exploración, litigios con las comunidades circundantes y la falta de previsión que aceleró la explotación sin contar con proyectos futuros conforme a la “inspiración” que el anterior director, Fernando Alanis, conocido con el mote de “El filósofo de la minería”, le aplicó al desempeño de Peñoles.
Y su filosofía le dejó una bomba de tiempo a la nueva directiva: en cinco años se redujo 48% la reserva de metales básicos medida en miles de toneladas, en tanto que cayó 33% la de minerales preciosos. Esto, porque de sus 16 minas en operación, algunas están sin trabajar: Bismark, Francisco I. Madero, Milpillas y Soledad. Pero incluso no tiene reservas ciertas la mina Tizapa, donde Peñoles está asociada con las japonesas Dowa y Sumitomo y los consejos, encabezados por Sekiguchi Akira y por Masayuki Hyodo, enfrenta preguntas “ligeramente incómodas” de sus accionistas por la falta de perspectiva en la producción de zinc, plata y plomo.
Al parecer, el tiempo ya alcanzó a Peñoles y por ello se escucha entre los industriales del ramo que a los herederos de don Alberto les urge comprar algún proyecto con reservas privadas que los saque, literalmente, del hoyo.
Trafigura se descarboniza. La nueva es que la suiza Trafigura, que lidera Jeremy Weir, uno de los principales suministradores de materias primas a nivel global, y la estadounidense Amogy (fundada por Seonghoon Woo y especializada en el uso del amoniaco como energético libre de emisiones) acordaron estudiar el craqueo de amoniaco como vehículo para transportar hidrógeno bajo en carbono desde el punto de producción hasta el punto de consumo a precios competitivos.
Aplicando modelos económicos y de pronósticos de demanda de energía, ambas empresas analizarán la viabilidad y rentabilidad del craqueo de amoniaco (separación de moléculas) a escala industrial, a fin de descarbonizar el transporte y procesos industriales pesados, y así reducir las emisiones de carbono para cumplir con los objetivos climáticos globales.
Trafigura está enfocada en encontrar fuentes de energía bajas en carbono, así como las tecnologías que permitan su transporte de gran volumen de combustibles de cero emisiones. El amoniaco es un portador de hidrógeno ideal, lo que facilita el transporte económico de hidrógeno a larga distancia y, por su parte, Amogy cuenta con la tecnología de craqueo patentada que convierte el amoniaco nuevamente en hidrógeno a gran escala. El mundo tiende al verde.
Ceferesos, extintores patito. Finalmente lo logró Hazael Ruiz, titular de Prevención y Readaptación Social, asignar un contrato que ahora suma casi 18 millones de pesos a la empresa DAHFSA de México, del empresario German Hoppenstedt Salcedo, para recarga y mantenimiento de los extintores de incendios dispuesto en los Centros Federales de Readaptación Social, Ceferesos. Vaya, Hazael se empecinó y la semana pasada dio el gane a una empresa que no cumplió ni con las propias bases de licitación emanadas de la Secretaría de Seguridad Pública. La cuestión, empero, es sí se firmará el contrato luego de una licitación más torcida que los cuernos de Lucifer…, ante la cual, por cierto, se dice habrá inconformidades.