Edgar Allan Poe

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Los monstruos más temibles son los que se esconden en nuestras almas.

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe falleció el 7 de octubre de 1849 en el Washington Medical College, convirtiendo estos días en un marco especial para evocar su vida y su obra. El autor nacido en Boston, Massachusetts el 19 de enero de 1809, es considerado el “Padre de la novela detectivesca”, no obstante este título, su obra es vasta, profunda e interesante, de hecho toda su creación ha requerido el análisis de cientos de especialistas literarios a lo largo de distintas generaciones y actualmente se le ha querido considerar un autor de “culto” con una obra que atrae a lectores de todos los tiempos y sociedades. La fascinación que ha despertado el universo literario de Poe, así como su propia personalidad, le han valido incluso la adaptación de películas como Cuentos extraordinarios, Los ojos del diablo, La máscara de la muerte roja, El Cuervo, El péndulo de la muerte, La conciencia vengadora, La caída de la casa Usher (dos versiones americanas y una francesa) y por último se hace indispensable citar El enigma del cuervo, un thriller de época que se inspira en los últimos días de vida del escritor. En este filme, que vale la pena observar con atención, se pueden apreciar los vasos comunicantes entre la literatura de Poe y sus personajes, así como su búsqueda por capturar al brutal asesino, quien se inspira en sus obras para cometer sus crímenes.

Su infancia transcurrió entre desavenencias con su padre y el internado West Point de donde finalmente fue expulsado. En medio de su turbulenta relación familiar escribe y publica Tamerlán y otros poemas (1827) y Al Aaraaf, Tamerlán y poemas menores (1829). Al romper lazos con su padre y sin asistir al colegio, Poe se forma directamente en la universidad de la vida. Todo él es un fauno literario, se nutre de las calles, se alimenta de la energía de los días, respira las madrugadas, desenmascara las noches y escribe mucho. Se casa con Virginia, su prima menor de edad y empieza a realizar críticas literarias que incomodan a ciertos autores y terminan despidiéndolo. Al poco tiempo publica por entregas Las aventuras de Arthur Gordon Pym y, no es sino hasta fines de 1830, cuando edita una increíble colección de cuentos que aún en la actualidad siguen causando fascinación, de ésta sobresale enormemente La caída de la Casa Usher. A ella le siguen Los crímenes de la calle Morgue (1841), creación que lo catapulta y consolida como el “Padre de la novela detectivesca” de tal suerte que a la vuelta de dos años obtiene el premio “El escarabajo de oro”. Su genio en la novela, en la elaboración de tramas complejos, ambientes y personajes excepcionales, le permitió ejercer una influencia sin precedentes en la literatura fantástica, de terror, gótica y desde luego, de ciencia ficción, no sólo de su época sino incluso en la actualidad.

Literato completo, cultivó la poesía casi con el mismo éxito que los demás géneros y aunque su obra novelística tiene un lugar único en la historia de la literatura, de igual manera sus poemas han permeado en un nicho muy especial de lectores.

Su poema El cuervo, es sin lugar a dudas el de mayor trascendencia. El cuervo es la presencia que viene a visitarlo de un más allá que vuela entre símbolos de la muerte y de la locura que sólo Edgar Allan Poe podría construir y deconstruir con tal maestría que nos hace invocar su nombre y asistir a su encuentro a pesar de su muerte y del tiempo.