Mauricio Leyva

Un oficio de fracasados

FRONTERA DE PALABRAS

Mauricio Leyva*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Mauricio Leyva
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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A la redacción de todos los periódicos se sigue acudiendo para expresar una protesta, para pedir justicia o para intentar salvar a alguien.

Rodolfo Serrano

Rodolfo Serrano, exitoso reportero español, es el autor del libro Un oficio de fracasados, una obra interesante y por momentos divertida en la cual reflexiona sobre la función del periodista, los medios de comunicación, el trabajo editorial, la noticia y de aquello que rodea el mundo del periodismo. Su edición en México forma parte de la Colección Kiosko coordinada por el maestro Humberto Musacchio y contiene un prólogo de Juan Luis Cebrián, un connotado periodista español cofundador del diario Cuadernos para el Diálogo, jefe de los servicios informativos de la Radio y Televisión Española y director del diario madrileño El País (1976-88), así como autor de varios libros.

Rodolfo Serrano y Juan Luis Cebrián pertenecen a la misma generación y fueron contemporáneos en El País, por ello las palabras de Cebrián en el prólogo son acertadas y de entrada nos invitan a no abandonar esta propuesta literaria porque desde el inicio es interesante, amena y vertiginosa: El libro debe leerse de un tirón, cosa que sus dimensiones y su ágil prosa facilitan al máximo. Sólo así podrá el lector comprender el significado global de sus páginas, que suponen una denuncia de los excesos y estupideces que se cometen en torno a la prensa, y una defensa con la honestidad con que deben desempeñarse los medios de comunicación.

Un oficio de fracasados es una obra íntima en el sentido de que nos abre la vida de Serrano e inicia con “El día que murió mi padre”, un capítulo sentido que revela lo que podría ser la huella de dolor del periodista, misma que define su visión sobre el oficio: El periodismo para mí ha sido siempre ese afán de retener sucesos, palabras, conversaciones. Un afán —he de reconocerlo— un tanto inútil cuando, a lo largo de los años, terminas comprendiendo que este trabajo es absolutamente efímero, pasajero y apenas deja poso alguno. Sin embargo, aún cuando inicia con un momento sensible su prosa adquiere un tono conversacional lleno de complicidad, de confesiones, de aventuras y de vivencias que lo aproximan con Serrano a grado tal que llega un momento en el que uno parece, más que leerlo, estar charlando.

Sus reflexiones no son gratuitas, forman parte de la experiencia y de la observación minuciosa no sólo del oficio del periodismo sino de la naturaleza humana y de los diferentes caminos que llevan a un hombre a consagrarse a ser periodista: Los periodistas, como los médicos o los abogados, tienen también su propia especialización: económicos, locales, de sucesos, políticos, laborales, de cultura, jurídicos, etcétera. Los hay para todos los gustos. En muchos casos se trata de gente rebotada de otras profesiones: abogados, economistas, licenciados en Ciencias Políticas, escritores o antiguos cantantes… médicos.

Un oficio de fracasados nos permite conocer cómo eran las antiguas oficinas de redacción, el contraste con las actuales, las tretas del periodista, la Prensa y su poder ante la opinión pública. Sin lugar a dudas, todo ello lo convierte en uno de los libros de cabecera para quien ambicione el oficio del periodismo. El debate de la Moral y la Ética, así como su enfoque, resultan interesantes: Ojalá fuera verdad que para ser periodista hay que ser buena persona. Pero por desearlo que no quede. Nos comparte en sus páginas que esperan ser leídas por ustedes.